El buitre



Por: ALM

El primer espécimen de estos que conocí trabaja en caricaturas. Los amantes del conejo Bugs lo deben recordar. Un pájaro enano, negro, de mirada bonachona, caminar cansado (porque ni volaba) y hablar sabroso. Aunque nunca fue un ícono dentro de la series animadas de ayer y hoy, su presencia esporádica arrancaba en mi entonces inocente memoria risas espontáneas.

Tres lustros después de mi idiotizada infancia televisada, me encontré en las páginas de un periódico local la foto de una expresión artística que me causó la misma sensación burlona del animalito de tv: Un hombre disfrazado de vigilante, encorvado, panzón, y con la cara de un buitre atento a la carroña.

Cuando me disponía a averiguar con la lectura donde podía ir a disfrutar de aquellas remembrazas de mi prematura estupidez, veo con horror que la exposición fue coartada, confiscada, cancelada, censurada, como mejor les parezca y les ajuste, pero en sí, no iba más. La razón, el señor Antón, director de la CTG, amenazó al artista que de seguir exponiendo la obra “se atenga a las consecuencias”.

Dos observaciones me vinieron enseguida. Primero, de ley que Antón jamás vio las comiquitas, bueno no son de su tiempo, pero ni en compañía de sus hijos. Dos, ¿Quién es él, o cualquier autoridad pública o privada, para definir lo que tenemos que ver, oír, creer o saber?.

Todo el embrollo viene por la tozudez del señor Antón de querer corregir a palos una muestra de nuestra idiosincrasia guayaca como decir “buitres” a los vigilantes chulqueros. Y es que es así. O acaso alguno de nosotros se salva de haber visto el actuar corrupto y caretuco de decenas de uniformados del orden vial.

Además, si mi memoria chamuscada no me falla, el llamar “buitre” a los vigilantes no es nuevo, es una tradición porteña que se ajusta perfectamente a la cantidad de analogías zoológicas de nuestro vocabulario coloquial. No es una dedicación, es solo un derivado, aquí algunos ejemplos:

Si eres metido y andas con el chisme en la boca: sapo
Si lamentablemente, tu señora prefiere otras compañías: venado
Somos todos los guayacos conocidos mundialmente como: monos
Todos los chulqueros o prestamistas que aparecen cuando uno está más chiro: culebra
Si uno es aplicado en clase y se la tira a intelectual: perro
Si la mujer se dedica a puta: zorra, Si un hombre envidia su profesión: zorro

Y asi, como decía el Chavo (en un uso espléndido de la morfología de la palabra), sigue sustantivamente…
Entonces, porque si encontramos en el diario vivir la presencia continua de vigilantes monos que hechos los sapos nos quieren sacar platas como culebras solo porque nos pasamos la roja para seguir al zorro que dos cuadras atrás nos grito: ¡que no sabes conducir, venado! , no le podemos decir con soltura y aprecio: buitres.

Sabemos que no son todos, pero los que aún persisten en su actuar equívoco no merecen consideración. La reprimenda de una sociedad cómplice, que lo único que hace es despejar su frustración a través de apelativos condenatorios, no es el real problema de una institución carcomida por dentro y que el señor Antón debe corregir por completo, separando a los “buitres” y recobrando un prestigio perdido en la frágil memoria colectiva, antes de incitar a la clausura de galerías o la denuncias a programas de tv.

El buitre, con o sin analogía, es un personaje clásico, un recurso infinito para identificar conductas, modales y acciones de personas con que pasan la vida esperando que alguien caiga en desgracia para aprovecharse de él.


¡Porqué no los quieren quitar!

Pd: Si lo están pensado, si. Soy bien rata por escribir este post

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