Por: Ángel Largo M.
El “modelo de desarrollo” de Guayaquil me recuerda al típico borracho embutrecido que duerme feliz en su fantasía mientras lo adornan con lápiz labial los amigos de la fiesta.
Ahora les explico el porqué:
El pastillaje que cubre el centro de la ciudad, la llamada “regeneración urbana”, es tan solo una muestra de la cultura light que se vive en el nuevo milenio, alentado por el sistema globalizador. La receta: Lo banal y superfluo para alivianar las pesadas cargas de nuestra existencia, que sigue en decadencia. Es el elixir de la vida suave…
Guayaquil ha bajado la guardia, los madera de guerrero están un poco apolillados.
Basta con ver un ejemplo asfixiante de incongruencia como es el cerro Santa Ana: Por un lado, Las Peñas. Ese callejón empinado adornado con colores pasteles y bohemia hasta las tres de la mañana que recibe al turista mientras que, a la distancia de unas cadenas, un microuniverso sombrío, depredador, de violencia y servicios básicos a medias. La semana pasada sufrí el encuentro de los dos mundos. Mientras salía con unos amigos de la nube rosada que me ofrecen los 444 escalones adornados con piedras granito, me bastó solo dar la vuelta hacia la cara oscura del cerro y encontrar a cuatro jóvenes exaltados por la droga que me desvalijaron por completo, para luego huir en otro callejón empinado, adornado con ratas, aguas putrefactas y lámparas inexistentes. Dos realidades completamente distintas a la vuelta de la esquina.
Ahí está el lápiz labial.¿Guayaquil es una sociedad de máscaras? No solo de eso, sino de complejos. El lunes, Héctor Chiriboga decía en su columna de El Telégrafo “En Guayaquil, donde el desarrollo y el progreso se traducen en orden, limpieza y flujo constante de vehículos y personas, la apropiación del suelo urbano para ejercer el derecho a protestar es mal vista y reprimida”. Tiene la pluma empachada de razón.
Recuerdo la última movilización sin tintes políticos que se dio en la ciudad: Los jubilados se morían en la puerta del IESS y los sectores sociales salieron en su apoyo. Yo como parte de la Red Juvenil Anticorrupción participé en una marcha que copó cerca de 12 cuadras, hasta ser repelida por gases lacrimógenos. Fue la última vez que el pueblo organizado tuvo la oportunidad de alzar su voz contra el poder. De ahí en adelante, puras marchas blancas con el aletazo municipal, invitados de lujo de las Cámaras de comercio, rebeldes sin causa universitarios y conductores de televisión.
Ahí están los amigos.
Si sales abanderado por una causa justa pero no mediatizada y marketera, pierdes el tiempo, estás loco o no tienes nada que hacer. Guayaquil debe producir, no protestar, consumir, no reflexionar, seguir, no pensar, esa es la consigna de nuestros seudo líderes.
A Guayaquil le falta volver a situar la mirada en el ser humano, la verdadera base del desarrollo. Mejorar la calidad de vida y no la cantidad de productos por consumir es el reto. No por tener más policías en la calle con armas última generación se acaba la delincuencia, sino generando oportunidades colectivas. De qué sirve que los uniformados depredan a balazos a los cuatro infortunados que me atracaron en el cerro, cuando cuatro mil están por engrosar las filas corrompidas de la sociedad al no poder trabajar dignamente como “informales”, pecado capital en el modelo de desarrollo elitista guayaco. Es la ideología del espacio público-no público, donde no tiene cabida siquiera sus pedidos, ya que son redimidos a palos.
Ahí está el borracho.
¿Soluciones? Seamos sinceros. Despertar a una metrópoli que ha sido educada que el protestar genera caos y subdesarrollo, es complicado En el arte de crear súbditos el Municipio actúa a la perfección. Ahí el panorama se torno grisáceo. Aunque la nueva Constitución abre las puertas a la democracia directa, el letargo de nuestra sociedad consumista y descomplicada limita las esperanzas de una participación ciudadana concreta y no abstracta, supedita a un voto cada cuatro años.
Ahora les explico el porqué:
El pastillaje que cubre el centro de la ciudad, la llamada “regeneración urbana”, es tan solo una muestra de la cultura light que se vive en el nuevo milenio, alentado por el sistema globalizador. La receta: Lo banal y superfluo para alivianar las pesadas cargas de nuestra existencia, que sigue en decadencia. Es el elixir de la vida suave…
Guayaquil ha bajado la guardia, los madera de guerrero están un poco apolillados.
Basta con ver un ejemplo asfixiante de incongruencia como es el cerro Santa Ana: Por un lado, Las Peñas. Ese callejón empinado adornado con colores pasteles y bohemia hasta las tres de la mañana que recibe al turista mientras que, a la distancia de unas cadenas, un microuniverso sombrío, depredador, de violencia y servicios básicos a medias. La semana pasada sufrí el encuentro de los dos mundos. Mientras salía con unos amigos de la nube rosada que me ofrecen los 444 escalones adornados con piedras granito, me bastó solo dar la vuelta hacia la cara oscura del cerro y encontrar a cuatro jóvenes exaltados por la droga que me desvalijaron por completo, para luego huir en otro callejón empinado, adornado con ratas, aguas putrefactas y lámparas inexistentes. Dos realidades completamente distintas a la vuelta de la esquina.
Ahí está el lápiz labial.¿Guayaquil es una sociedad de máscaras? No solo de eso, sino de complejos. El lunes, Héctor Chiriboga decía en su columna de El Telégrafo “En Guayaquil, donde el desarrollo y el progreso se traducen en orden, limpieza y flujo constante de vehículos y personas, la apropiación del suelo urbano para ejercer el derecho a protestar es mal vista y reprimida”. Tiene la pluma empachada de razón.
Recuerdo la última movilización sin tintes políticos que se dio en la ciudad: Los jubilados se morían en la puerta del IESS y los sectores sociales salieron en su apoyo. Yo como parte de la Red Juvenil Anticorrupción participé en una marcha que copó cerca de 12 cuadras, hasta ser repelida por gases lacrimógenos. Fue la última vez que el pueblo organizado tuvo la oportunidad de alzar su voz contra el poder. De ahí en adelante, puras marchas blancas con el aletazo municipal, invitados de lujo de las Cámaras de comercio, rebeldes sin causa universitarios y conductores de televisión.
Ahí están los amigos.
Si sales abanderado por una causa justa pero no mediatizada y marketera, pierdes el tiempo, estás loco o no tienes nada que hacer. Guayaquil debe producir, no protestar, consumir, no reflexionar, seguir, no pensar, esa es la consigna de nuestros seudo líderes.
A Guayaquil le falta volver a situar la mirada en el ser humano, la verdadera base del desarrollo. Mejorar la calidad de vida y no la cantidad de productos por consumir es el reto. No por tener más policías en la calle con armas última generación se acaba la delincuencia, sino generando oportunidades colectivas. De qué sirve que los uniformados depredan a balazos a los cuatro infortunados que me atracaron en el cerro, cuando cuatro mil están por engrosar las filas corrompidas de la sociedad al no poder trabajar dignamente como “informales”, pecado capital en el modelo de desarrollo elitista guayaco. Es la ideología del espacio público-no público, donde no tiene cabida siquiera sus pedidos, ya que son redimidos a palos.
Ahí está el borracho.
¿Soluciones? Seamos sinceros. Despertar a una metrópoli que ha sido educada que el protestar genera caos y subdesarrollo, es complicado En el arte de crear súbditos el Municipio actúa a la perfección. Ahí el panorama se torno grisáceo. Aunque la nueva Constitución abre las puertas a la democracia directa, el letargo de nuestra sociedad consumista y descomplicada limita las esperanzas de una participación ciudadana concreta y no abstracta, supedita a un voto cada cuatro años.
¿Vemos a Guayaquil como caldo de cultivo para asambleas populares, cabildos comunales o presupuestos participativos? O mejor ¿Vemos a Nebot sentado con los informales, escuchando?
Respondan ustedes, yo no atrevo a contestar…
Nota: La gráfica está un poco navideña. Es que ya estoy poniendo el árbol...
Respondan ustedes, yo no atrevo a contestar…
Nota: La gráfica está un poco navideña. Es que ya estoy poniendo el árbol...
1 comentarios:
Estimad@s amig@s de izquierda al debate:
Saludos desde Guayaquil
Felicito esta inicativa
y solicito la mantengan
pues necesitamos informacion
veraz y selecta
asi como opiniones que orienten
a esta sociedad a una CONVIVENCIA democratica libre de MENTIRAS y JUGARRETAS que han llevado al pais a donde estamos LA MISERIA
ya que el camino al SOCIALISMO DEL SIGLO XXI sigue saboteado por la falta de imaginacion y la miseria de muchos seudo dirigentes sociales y lideres de opinion
que intentan surgir como salvadores de la patria, cuando en el fondo siempre han sido y seran DEFESORES DE SU BOLSILLO y del bolsillo de sus amigos pillos
Por un Ecuador libre de corrupcion
Giovanni Salinas
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