Goleada de groserías



Por: Ángel Largo M.


Minuto 38. El Nacional pierde una gran chance frente al arco de Pablo Santillo. Mi sentimiento anti barcelonista (soy azul de corazón) hace que inconscientemente repita el grito de guerra: ¡Pero ve este bobo hijue! Mi madre reacciona al instante ¡Porqué tienes que insultar cuando ves tú fútbol! El reclamo es ya un lugar común, silencio en la sala. . .

Como siempre, su pedido no obtiene respuesta, porque las razones ni yo las comprendo. Es más, no intento hacerlo, solo lo asumo como dogma. Entretiempo, me pongo a pensar. Creo que “putear” a los jugadores es justo y necesario, sino ¿para qué me siento a ver a 22 pendejos (perdón, lo volvía a hacer) detrás de una pelota?

No me imagino ver fútbol si “pegarse” una mala palabra. ¿Cómo lo explico?, es parte del ritual, su complemento, su autonomía sintáctica.

Para mí ver fútbol sin insultar sería como soñar sin esperanzas, sexo sin gritar, dormir sin despertar, enamorarse sin sufrir, comer sin eructar, morder sin saborear, jugar sin ganar. Es ir al parque de diversiones y no subirse a la montaña rusa, es no poner el árbol en Navidad, Año Nuevo sin año viejo, graduación sin borrachera, borrachera sin chuchaqui y chuchaqui sin finalín.
Sería como manejar en carretera sin música, o un arroz con menestra sin carne. Es como leer sin reflexión, besar sin lengua, escribir sin lujuria, caminar sin las piernas o volar sin alas. Una peli de Rambo sin balas, una canción de Britney con sentido o un poema de Neruda sin amor.

Además, no hay mejor antiestrés que insultar viendo fútbol, es fascinante. Cada recordatorio de la señora madre del jugador es como un escapa de la rutina diaria. El árbitro no se queda atrás. Un anecdotario completo sobre el origen dudoso del réferi es como una s vacaciones pagadas en Miami. ¿No me creen? Inténtelo, verá como en segundos toda la tensión del trabajo, la casa y la vida se van en un chu.., un pu.. o una ver… desahogan el alma. Santos monosílabos.

No es cuestión de malos modales o una educación incipiente. El pésimo vocabulario en el rey de los deportes rebasa la barrera del bien o el mal. O maldice o glorifica. Durante el vía crucis de Liga de Quito en la Copa Libertadores (ojo, soy Emelecista) en cada metida de pata salía de mi garganta casi guturalmente una puteada efervescente. En mi casa soportaran todo un arsenal de grosería hasta la final en el Maracaná.

Pero en el instante final, en el momento del último suspiro, cuando los latidos se detienen y aprecen acompañar el sentido del balón, la respuesta fue la misma. Washington pateó, Cevallos lo paró, y el pueblo deliró ¡Gooooooooolllll hijueputa!!!!! Somos CAMPEONES…

Fue mi bendición para los muchachos, mi agradecimiento a su esfuerzo, a sus ganas, a sus guevos… No podía ser de otra manera, si los acompañé con mis insultas durante todo el campeonato y dio resultado,¿ porqué negarlas la última palabrota cuando la victoria era nuestra?

Sigue el partido. ¿fútbol sin insultar? Ah! No me jodan… todavía queda medio tiempo. . .

1 comentarios:

Anónimo dijo...

De: Jorge Barona Enviado:miércoles, 22 de octubre de 2008 12:42:19
Para: Angel Largo Mindez (alargo_mendez@hotmail.com)



OYE HIJUE..... JEJEJEJE A MI BARCELONA NO ME LO INSULTES.

ESTÁ CHÉVERE LA APOLOGÍA DEL PUTEO FUTBOLÍSTICO... QUE TIRE, PUES, LA PRIMERA PIEDRA QUIEN NO LO HA HECHO ALGUNA VEZ!!

OJO Y ESTE AÑO ESTE BARCELONA ES CAMPEÓN PORQUE SINO PUTEO A TODOS LOS H.P. SALADOS QUE LE HACEN CONTRA A MI EQUIPO JEJEJEE


SALUDOS