Por: Ángel Largo M.
Me parece un número extraño. Parco, frío, sin sentimiento. ¿46?, ¿Alguien acaso lo tiene como cifra favorita? ¿Significa algún dato histórico? talvez ¿una edad que espero alcanza? sin duda, pero el domingo anterior, cuando después de las cinco de la tarde apareció en las pantallas de todo el país, tomó un significado: voluntad de cambio.
Voluntad de cambio que sucumbió ante el status quo, pero por una nariz. Solo 13.000 votos detuvieron las ansias de los guayaquileños de una renovación, de comenzar de nuevo, de otra oportunidad. Al parecer, el letargo socialcristiano aún campeo por el puerto, pero comienza a desfallecer.
Ese 46% se parece mucho al 47%, lo que demuestra una polarización tremenda. Nada nuevo, la lucha de clases siempre ha existido. ¿El nulo? No no no… vamos por partes. Significado de la palabra: Ninguno, ni uno solo. Entonces queda claro, que aunque el SI perdió en Guayaquil, el NO tampoco venció, sino que en esta ocasión, gracias a un estatuto Constituyente, se inclinó la balanza.
Pero insisto en el valor de ese 46%. Son cerca de 500 mil guayaquileños que sueñan despiertos, que miran al frente, que están convencidos que hay mucho más por vivir, aquí y ahora. Que la prepotencia no es eterna, que ya tuvieron su chance y es momento de gente nueva. Que creyeron en la alternativa de cambio, más social, más humano, más hermano, y se anotaron a la lista de todo el país. Por eso no se lo puede mirar con desprecio, porque además de voluntad de cambio, es garantía de paz y.
Me explico. Ese 46% debe mantenerse firme en Guayaquil así como ese 28% en el resto del país. Con este resultado en el referéndum, Correa debe recapacitar y analizar que le falta por conquistar por completo a la Estrella de Octubre, y su seducción debe ser sincera, con obras, con tesón. Nebot en cambio frena su ímpetu separatista, su “autonomía al andar”, porque de lo contrario, ¿Será fácil levantar a una ciudad contra un Gobierno cuando ni siquiera la mitad de sus habitantes están con él?. Paz y mesura, el mejor blindaje a la anarquía.
Es por eso que me declaro orgulloso de ese 46%, pero no me conformo. Debemos ser más, mucho más. Lo lógico es que a estas alturas para el mundo sea tan solo una estadística más, pero para mí y Guayaquil, desde el domingo a las cinco de la tarde, se convirtió en voluntad de cambio ¿Acaso un número favorito?
Me parece un número extraño. Parco, frío, sin sentimiento. ¿46?, ¿Alguien acaso lo tiene como cifra favorita? ¿Significa algún dato histórico? talvez ¿una edad que espero alcanza? sin duda, pero el domingo anterior, cuando después de las cinco de la tarde apareció en las pantallas de todo el país, tomó un significado: voluntad de cambio.
Voluntad de cambio que sucumbió ante el status quo, pero por una nariz. Solo 13.000 votos detuvieron las ansias de los guayaquileños de una renovación, de comenzar de nuevo, de otra oportunidad. Al parecer, el letargo socialcristiano aún campeo por el puerto, pero comienza a desfallecer.
Ese 46% se parece mucho al 47%, lo que demuestra una polarización tremenda. Nada nuevo, la lucha de clases siempre ha existido. ¿El nulo? No no no… vamos por partes. Significado de la palabra: Ninguno, ni uno solo. Entonces queda claro, que aunque el SI perdió en Guayaquil, el NO tampoco venció, sino que en esta ocasión, gracias a un estatuto Constituyente, se inclinó la balanza.
Pero insisto en el valor de ese 46%. Son cerca de 500 mil guayaquileños que sueñan despiertos, que miran al frente, que están convencidos que hay mucho más por vivir, aquí y ahora. Que la prepotencia no es eterna, que ya tuvieron su chance y es momento de gente nueva. Que creyeron en la alternativa de cambio, más social, más humano, más hermano, y se anotaron a la lista de todo el país. Por eso no se lo puede mirar con desprecio, porque además de voluntad de cambio, es garantía de paz y.
Me explico. Ese 46% debe mantenerse firme en Guayaquil así como ese 28% en el resto del país. Con este resultado en el referéndum, Correa debe recapacitar y analizar que le falta por conquistar por completo a la Estrella de Octubre, y su seducción debe ser sincera, con obras, con tesón. Nebot en cambio frena su ímpetu separatista, su “autonomía al andar”, porque de lo contrario, ¿Será fácil levantar a una ciudad contra un Gobierno cuando ni siquiera la mitad de sus habitantes están con él?. Paz y mesura, el mejor blindaje a la anarquía.
Es por eso que me declaro orgulloso de ese 46%, pero no me conformo. Debemos ser más, mucho más. Lo lógico es que a estas alturas para el mundo sea tan solo una estadística más, pero para mí y Guayaquil, desde el domingo a las cinco de la tarde, se convirtió en voluntad de cambio ¿Acaso un número favorito?
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