Por: Ángel Largo M.
Considero que la mejor forma de hacer crítica política es a través de la sátira, ya sea en las tablas o detrás de una cámara de video. En el segundo caso, un ejemplo típico de estas formas de entretenimiento se transmite por tv pagada todos las semanas, se trata del programa Really Time with Bill Maher.
Al filo de la media noche en HBO Plus, este personaje de la televisión gringa logra, en una hora sin comerciales (lo magnifico de los canales de cable) concienciar, convencer, sumar o restar más votos de millones de estadounidenses de lo que se puede esperar de los aburridos debates presidenciales entre republicanos y demócratas. ¿Su fórmula? Humor negro, total parcialidad y bastante sarcasmo.
Me lo topé en la caja boba el viernes pasado gracias al zapping. Al principio creí que era un talk show, pero ni cerca. Luego de un monólogo inicial sumamente entretenido sobre Sarha Palin (se le cargó todo el programa) Maher sabe mezclar, junto a invitados poco tradicionales, una suerte de comedia-debate que al final, dejó un mensaje claro: I hate the republicans!!!! De frente, sin pelos en la lengua.
El repertorio es práctico: chistes subidos de tono, ironía al cien por ciento, invitados que generan un debate poco conservador y un presentador que no niega su orientación política presentan en vivo un opción perfecta para el entretenimiento , al tiempo que transforma los pensamientos y criterios de los televidentes. Televisión sin tapujos. Aplausos.
El resultado luego de 60 minutos es fascinante. Uno termina cagado de la risa y convencido de que no votará jamás por MCain, si algún día terciara por las presidenciales en Ecuador. La transmisión del mensaje político es tan abrumador y digerible para el público que en momentos clave del final de campaña en EE.UU. se convierte en punta de lanza para dirigir al rebaño desbocado que aún duda por quién votar.
Ahora me pregunto ¿ese tipo de activismo político-televiso sigue en pañales en nuestros canales locales? La respuesta es obvia. Los esfuerzos en la tv local son válidos, pero navegan en la mediocridad. No crean conciencia, no son directos, no formulan interrogantes. Llevar el debate política al mundo de la sátira es un arte poco difundido y conocido.
A diferencia de Mahen, acá nuestros gurús de la opinión (Carlos Vera y Jorge Ortiz) son demasiado ”correctos” y aburridos, acartonados diría yo, sin la chispa para iniciar un debate que lleve a los telespectadores a una retroalimentación del mensaje, además de seguir empeñados en mantener la cortina de la “objetividad”.
También los expertos en arrancar sonrisas nos deben mucho. En Really Time with Bill Maher, tener a Alec Baldwin en el panel de invitados haciendo una crítica al manejo económico del gobierno de Bush es un golpe al hígado de las esperanzas republicanas , ¿saben por qué? Él está calificado para eso, es activista político. Ahora, ¿Qué pasaría entonces si David Reinoso, un referente actoral cómico de nuestro medio, tuviera una incidencia más social relevante? Todo su talento serviría para enfocar a decenas de individuos, sea cual sea la opción ideológica del comediante. Pero lamentablemente, pasa más tiempo abusando de los estereotipos del negro y el maricón en vez de contar historias reales que se refieran a la coyuntura de la nación.
Aunque hay propuestas interesantes en nuestra televisión, no terminan de madurar. Volviendo a Reinoso y su grupo, sátiras como las de Eleón y El Presi tuvieran más peso político si tocara temas puntuales y no se limitara a burlarse de los clichés de los personajes públicos. Es verdad que LFC repite “más allá” tantas veces como Palin guiña el ojo en cámara, pero a diferencia de la gobernadora de Alaska, la crítica ácida al político nacional se encierra en esa burbuja, lo mismo sucede con el espacio En Corto.
Mención aparte merece Pinoargote con su programa Mano a Mano, está de a poco captando la incidencia del humor en la plataforma política, lástima que su transmisión sea en una señal menos vista que las cadenas del Presidente.
Esperemos que para el próximo periplo electoral, los espacios de opinión en tv que intentan convencer al público cómo votar utilicen menos medio y más sonrisas. De seguro los ciudadanos se dejan seducir más de un “cacho colorado” que de la amargura de Ortiz o la arrogancia de Vera, siempre y cuando Reinoso se ponga las pilas y deje a La Melo guardada en el clóset.
Al filo de la media noche en HBO Plus, este personaje de la televisión gringa logra, en una hora sin comerciales (lo magnifico de los canales de cable) concienciar, convencer, sumar o restar más votos de millones de estadounidenses de lo que se puede esperar de los aburridos debates presidenciales entre republicanos y demócratas. ¿Su fórmula? Humor negro, total parcialidad y bastante sarcasmo.
Me lo topé en la caja boba el viernes pasado gracias al zapping. Al principio creí que era un talk show, pero ni cerca. Luego de un monólogo inicial sumamente entretenido sobre Sarha Palin (se le cargó todo el programa) Maher sabe mezclar, junto a invitados poco tradicionales, una suerte de comedia-debate que al final, dejó un mensaje claro: I hate the republicans!!!! De frente, sin pelos en la lengua.
El repertorio es práctico: chistes subidos de tono, ironía al cien por ciento, invitados que generan un debate poco conservador y un presentador que no niega su orientación política presentan en vivo un opción perfecta para el entretenimiento , al tiempo que transforma los pensamientos y criterios de los televidentes. Televisión sin tapujos. Aplausos.
El resultado luego de 60 minutos es fascinante. Uno termina cagado de la risa y convencido de que no votará jamás por MCain, si algún día terciara por las presidenciales en Ecuador. La transmisión del mensaje político es tan abrumador y digerible para el público que en momentos clave del final de campaña en EE.UU. se convierte en punta de lanza para dirigir al rebaño desbocado que aún duda por quién votar.
Ahora me pregunto ¿ese tipo de activismo político-televiso sigue en pañales en nuestros canales locales? La respuesta es obvia. Los esfuerzos en la tv local son válidos, pero navegan en la mediocridad. No crean conciencia, no son directos, no formulan interrogantes. Llevar el debate política al mundo de la sátira es un arte poco difundido y conocido.
A diferencia de Mahen, acá nuestros gurús de la opinión (Carlos Vera y Jorge Ortiz) son demasiado ”correctos” y aburridos, acartonados diría yo, sin la chispa para iniciar un debate que lleve a los telespectadores a una retroalimentación del mensaje, además de seguir empeñados en mantener la cortina de la “objetividad”.
También los expertos en arrancar sonrisas nos deben mucho. En Really Time with Bill Maher, tener a Alec Baldwin en el panel de invitados haciendo una crítica al manejo económico del gobierno de Bush es un golpe al hígado de las esperanzas republicanas , ¿saben por qué? Él está calificado para eso, es activista político. Ahora, ¿Qué pasaría entonces si David Reinoso, un referente actoral cómico de nuestro medio, tuviera una incidencia más social relevante? Todo su talento serviría para enfocar a decenas de individuos, sea cual sea la opción ideológica del comediante. Pero lamentablemente, pasa más tiempo abusando de los estereotipos del negro y el maricón en vez de contar historias reales que se refieran a la coyuntura de la nación.
Aunque hay propuestas interesantes en nuestra televisión, no terminan de madurar. Volviendo a Reinoso y su grupo, sátiras como las de Eleón y El Presi tuvieran más peso político si tocara temas puntuales y no se limitara a burlarse de los clichés de los personajes públicos. Es verdad que LFC repite “más allá” tantas veces como Palin guiña el ojo en cámara, pero a diferencia de la gobernadora de Alaska, la crítica ácida al político nacional se encierra en esa burbuja, lo mismo sucede con el espacio En Corto.
Mención aparte merece Pinoargote con su programa Mano a Mano, está de a poco captando la incidencia del humor en la plataforma política, lástima que su transmisión sea en una señal menos vista que las cadenas del Presidente.
Esperemos que para el próximo periplo electoral, los espacios de opinión en tv que intentan convencer al público cómo votar utilicen menos medio y más sonrisas. De seguro los ciudadanos se dejan seducir más de un “cacho colorado” que de la amargura de Ortiz o la arrogancia de Vera, siempre y cuando Reinoso se ponga las pilas y deje a La Melo guardada en el clóset.
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