¿En el centro?

Por:ALM
Hace una semana, analizaba varias probabilidades electorales que se vislumbran para el dejavú de abril. En ese post, dejé la puerta abierta al final para un personaje que, sin aceptar de lleno su inclinación por llegar a Carondelet, a mi juicio, tiene los motivos y razones suficientes para combatir palmo a palmo la presidencia al Presidente.

Pero esta última semana una nueva figura anida en el escenario de los posibles contrapesos al poder, solo que desde la otra orilla ideológica. Es el nuevo outsider de la derecha, quien, sin ser un apático a las funciones públicas, nunca antes ha optado por un cargo de elección popular.

Son Alberto Acosta y Guillermo Lasso. De trayectorias honestas pero ideas opuestas, los dos ante precandidatos (porque ninguno lo afirma todavía) son los que más mueven el tablero de apuestas en la contienda electoral con Correa, quien vigila sigilosamente desde las alturas las decisiones finales de cada uno de ellos, y ponerse a buen recaudo.

La llegada de Lasso a la disputa política sugiere un reacomodo de piezas en el plano ideológico. Banquero de profesión, liberal destacado, crítico a la Asociación de Bancos Privados y hombre de consensos, se presenta como la nueva alternativa de derecha, esa figura conciliadora y renovada que figuras como José María Aznar y Mario Vargas Llosa difunden a lo largo y ancho de la región.

Su éxito rotundo en los negocios lo ubican como un hombre capaz y pragmático, quien sin embargo, ha sucumbido a las delicias del poder público y le ha traído más de un dolor de cabeza. Como Ministro de Mahuad y Gobernador de Lucio Gutiérrez, fue criticado fuertemente por defensor del status quo, pero siempre enmarcado en el ideal del respeto y democracia.

Acosta en cambio combate del otro lado. Junto a la llamada “izquierda infantil”. Sobrio de palabras, certero y tolerante, se ha ganado un respeto mediático digno de admiración. Pocos lo critican o idolatran, simplemente ven en él un hombre de principios e ideales inquebrantables a lo largo de carrera profesional y lucha social.

Y es ese predominio tácito de los pensamientos de izquierda en su discurso que lo hacen abanderado de la postura más radical de los zurdos en el país. Sin llegar a extremismos comunistas (es decir, como lo entienden los neoliberales) su fervor por la implantación de una democracia más participativa que representativa renueva los sueños de los “nostálgicos del socialismo”, quienes en la figura del Alberto, Dietrich comienza a tener un sentido.

Ante tales perfiles, no es de extrañar que sus pre propuestas (insisto, ninguno de los dos se decide aún) convidarán a modelos de desarrollos completamente apáticos entre sí. ¿El Presidente lleva ventaja asegurada? Creo que sí, por dos cosas: Una, la maquinaria publicitaria adelantada (no digo económica porque los dos primeros tienen la capacidad de mover buenos recursos) y dos: se alimenta de las dos corrientes.

¿Cómo es eso? Veamos. Un gobierno que reforma la Constitución para hacerla más inclusiva pero la viola apenas entra en vigencia. Que realiza una auditoria a la deuda externa pero no deja de cancelar los rubros. Que insta a una participación masiva en democracia pero desarma cualquier intento de manifestación popular son indicios de una ambivalencia de conceptos, que en buen romance político se conoce como centro: ni lo uno , ni lo otro, sino pregúntenle a su estandarte León Roldós.

Así entonces tendríamos un escaparate de alternativas no solo mediáticas, sino conceptuales. Como hace años no sucede en el país, La Derecha, Izquierda y Centro lucharán por un espacio en lo más alto, lo que permitirá un análisis más certero, racional y menos emocional del voto. Talvez, a lo mejor, la oportunidad para crear partidos únicos de las tendencias, y así zonificar las opciones políticas. No no no... estoy soñando ¿mucha democracia para el país? Esperemos a ver…

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