Una ciudadanía global


La globalización es un proceso que consiste en la integración de las distintas economías nacionales en una única economía de mercado mundial, fundamentada en el avance tecnológico y la conectividad humana al alcance todos. A concepto tácito del sistema mundial el presidente Correa lo conoce muy bien, y en Puerto España le añadió esta paradoja que es un aporte interesante en el plano migratorio internacional “No es posible que en un mundo de globalización donde los bienes materiales y la información circulan sin limitaciones, se penalice, se criminalice a los seres humanos. Es éticamente, técnicamente, es una contradicción.”

Lo que expresó Correa no es un concepto nuevo, pero sirve para ubicarlo de nuevo en la discusión mundial. El libre comercio de la globalización no solo se refiere al libre movimiento de capitales sino que también al libre movimiento de bienes y personas. Sin embargo, como se ha visto, las barreras aduaneras y tratos preferenciales que los países desarrollados imponen o practican cuando así les conviene

Esa necesidad imperiosa de las grandes potencias de aislar, dividir y segregar en un intento por reprimir la movilidad libre del ser humano en la tierra lleva una lucha de siglos que en varios pasajes de la historia diferentes acciones intentaron enfrentar. San Agustín tenía un proyecto destinado a oponerse al decadente Imperio Romano creando una sola comunidad católica, universal, que reuniera a todas las poblaciones y todas las lenguas en un tránsito común, algo que los Trabajadores Industriales del mundo (Industrial Workers of the World IWW), más conocidos como los Woblies, quisieron lograr con los obreros del mundo a inicios del silgo XX, pero lamentablemente solo llegaron hasta México.

La idea de un solo mundo = en una sola ciudad fomenta el concepto de la “ciudadanía global” , que Hardt y Negri en su obra Imperio explican como la necesidad de lo que ellos llaman multitud (el proletariado) de exigir el derecho a recuperar el control sobre el espacio y trazar así una nueva cartografía. Los autores del nuevo Capital afirman que la variedad de movimientos de individuos, grupos y de poblaciones que vemos hoy no puede someterse por completo a las leyes de la acumulación capitalista, por lo progresivamente la producción a la cooperación entre sí y para sí.

¿Imaginamos el desarrollo o avance de la ciencia en Asia sin el aporte de la “mano de obra informal” de las grandes masas migrantes? ¿O acaso es posible la agricultura EE.UU. y las empresas de servicios sin la mano de obra latina? Fuera de cualquier visón utópica, lo que Hardt y Negri resaltan es que sencillamente se reforme la condición jurídica de la población al ritmo de las transformaciones económicas de los últimos años.

Sin esas palabras, pero con el mismo sentido lógico, la “ciudadanía global” es lo que Correa planteó en el tapete de la V Cumbre de las Américas, pero su desarrollo necesita acciones prácticas, como acabar con los muros en la frontera USA-México, el embargo absurdo y obsoleto a Cuba, y sin ir muy lejos, el pedido de récord policial a Colombianos, en una historia donde siempre pagan justos por pecadores.

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