Ser radical

Ser radical significa ser partidario de reforma extrema, tajante en las decisiones e intransigente contra sus adversarios. Luego de ganar la reelección presidencial, Correa anuncio que ese concepto, estremecedor para algunos, es el camino que tomará durante estos siguientes cuatro años el hasta ahora tibio socialismo del siglo XXI.

La versión más izquierdista del presidente está por revelarse y mantiene a partidarios y opositores en vilo. Muchos se preguntan ¿Será una copia en extremis del modelo venezolano? ¿el cubano? ¿adoptará los principios básicos del socialismo utópico: comunidad, igualdad y autogobierno? o ¿apuntará a cumplir a rajatabla la versión corregida y aumentada de Dieterich: democracia participativa, economía de equivalencias y la conformación de un bloque regional de poder?

Sea cual sea la arista que tome el Gobierno, para este experimento será indispensable la aplicación tácita de la nueva Constitución, además de utilizar la coyuntura presente. Las acciones del gobierno hasta ahora no dejan de ser razones socialdemócratas acostumbradas a paliar los embates del capitalismo pero sin amenazar su poder. No obstante, esta serie de reformas con una adecuada planificación y profundización pueden llegar a ser una opción real de un cambio de sistema, pese a los miedos que ello contagia.

En el plano social, las opciones que oferta la carta magna sobre la democracia directa, abre el abanico de oportunidades para potenciar la cultura política ciudadana. Pasar de la dictadura del voto a la aplicación incesante de veedurías, observatorios, la conformación de comités barriales, cabildos populares y asambleas ciudadanas como base de una pirámide que llega hasta la administración municipal, puede ser el inicio de un traspaso cronológico del poder a su originario propietario: el pueblo.

Del lado económico, los espacios que otorga la Constitución al crecimiento de la economía popular, las cooperativas y la democratización de los medios de producción son esenciales para la conformación de una sociedad productora-dueña del capital, dejando de lado la esclavitud asalariada y ele terno chantaje de la deuda bancaria. La nacionalización de los sectores estratégicos es el segundo tramo, abriendo la posibilidad de una economía mixta que otorgue de a poco un valor real a los productos y no subjetivos.

Lo tercero importante es la política internacional. Hace rato que Latinoamérica, con gobierno progresistas, sin el atraco de los sicarios económicos ni las intervenciones fraudulentas de la CIA, presenta un panorama real de liberación del dominio imperial de corporatocracia. Ecuador puede y debe ser, el gran gestor de la unidad sistemática de los países de la región, volviendo a la Unasur un serio contrapeso de la hegemonía política de EE.UU. y competencia económica de las grandes corporaciones supranacionales.

Radicalizarse no es otra cosa que encaminar las propuestas establecidas en el principio hacia fines concretos. La “revolución ciudadana” tiene la oportunidad brillante de darle un sentido práctico y cierto a su nombre, que dependerá de la real convicción del mandatario de tomarse en serio su propio proyecto.

2 comentarios:

Roberto dijo...

Amigo, Ud. ya pensó por Correa, ahora veamos, si Correa coincide con Ud.

Ángel Largo Méndez dijo...

Roberto

Esperemos que tome en cuenta no solo mi criterio, sino de muchos de sus allegados para cumplir un mandato acorde a las expectativas creadas.
Saludos