En el 2006 fueron 13 binomios, presidenciales. Para el 2009 pintaba para 10 pero terminaron siendo ocho. Una significativa variación de los aspirantes al Ejecutivo significa el debilitamiento de varias fuerzas políticas de antaño, pero no necesariamente el cambio de las agendas electorales.
Lo cierto es que para esta contienda atípica, por lo apurada que es (no ha pasado ni dos años de la última elección) y aparentemente monopolizada (todos dan por hecho la reelección de Correa), los partidos claves de las últimas décadas de democracia representativa desaparecieron del listado de opciones. Ni el PSC, ni el PRE, ni ID ni UDC tienen un candidato presidencial. Es decir, siguen subidos a la camioneta pero esta vez rumbo al despeñadero.
El derrumbe de la llamada partidocracia debió significar en Ecuador el inicio o reformulación de las tiendas políticas. Era de esperarse que un proceso partidista gastado y encargado por su propia dedocracia de limitar la aparición de líderes nuevos con proyección nacional reformulen sus posturas internas, con el fin de hacer frente a la maquinaria del movimiento de Gobierno.
Sin embargo eso no ocurrió. Las estructuras internas de los partidos políticos demostraron ser tan endebles como el raciocinio ideológico de sus integrantes. Más allá de las figuras personalistas-mediáticas de los caciques de cada partido, no existe ni existirá la conjunción de un cuerpo político íntegro, de convicciones morales-éticas establecidas y que respondan a una línea de pensamiento cabal y única.
Sin LFC, Oswaldo Hurtado, Rodrigo Borja o Abdalá Bucaram las fuerzas partidocráticas se fueron a pique. Hoy el resultado de los personalismos políticos es la desesperada urgencia por subsistir. Los socialcristianos no encuentran norte, La UDC le apuesta a un Diego Ordóñez serio pero que no despunta, Andrés Páez ve sucumbir su lucidez política dentro de un partido fraccionado, y Dalo Bucaram que apuesta en la espectacularización de su vida privada como salvavidas electoral.
Pero lo más grave es que los sucesores de la partidocracia tampoco asimilan la lección. Ahí están nuevamente en la palestra pública el PSP y el PRIAN con los mismos candidatos ad honoren, sin recambio, sin futuro, sin nuevas propuestas. Todos ellos representan figuras de la vieja escuela.
Hagamos ahora rápidamente unas cuentas. Partidocracia en 25 años, out. PSP y PRIAN en 10, rifando su último cartucho. PAIS, ¿cómo va PAIS? Digamos que bien. Rafael Correa es la moneda del triunfo, la ventiúnica moneda. Pero vale destacar el antecedente de que en las primarias del movimiento ningún binomio se inscribió para hacerle competencia en la elección, dando como resultado una irrisoria papeleta con un solo dúo, recordando las votaciones en sindicatos o comités de empresas vitalicios.
¿Miedo a enfrentar el personalismo presidencial o incapacidad política? La opción número uno de PAIS para arrasar en abril no tiene un recambio para años futuros, y si los tenía, solitos se encargaron de cerrarles la cortina. En esas circunstancias ¿cuánto durará el impacto mediático del primer mandatario? 25, 15, 10 años… no sabemos, pero lo que está claro es que las estadísticas no pasan de esas cifras.
La caída de Borrero
Hace 1 día
1 comentarios:
Está muy bueno este artículo. Todos reciben su parte..
Un abrazo
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