Por: ALM
Para hacer frente a las viejas maquinarias partidistas del país, en la última década se presentaron nuevas caras a la contienda electoral, sin ninguna filiación con la partidocracia y que representaban una nueva forma de hacer política. Eran los outsiders, caracterizados por estar excluidos de las redes e instituciones que reproducen el poder en una sociedad, proveniente de fuera del sistema político —del Estado y de los partidos.
Primero fue Noboa, que salto a la palestra pública como la nueva opción al poder. “Si tiene tanta plata ese man, para que va robar siendo presidente” era el análisis teórico-ideológico que se escuchaba en las calles (y uno que otro panel de opinión) cuando corrió por su primera presidencia. Lleva seis vueltas electorales y no le alcanzó.
Luego fue Gutierrez. Con una formación militar sería y ética. Hecho a Mahuad del poder, fue preso y sepultado por su heroísmo, al tercer día (miento, casi a los tres meses) “resucitó” de los muertos y subió a los cielos… de Carondelet, ganándose la confianza de todo el pueblo ecuatoriano. Dos años bastaron para que terminara su aventura.
Correa fue el tercer “outsider” en menos de diez años. Joven, simpático y con gran preparación intelectual. ¿De dónde salio ese espécimen? Nadie sabía, perfecto. A la cancha a jugar. Barrió y devastó los viejos partidos políticos y frente a la figura quemada de Noboa (y sus rezos de rodillas al Señor) se convirtió en presidente.
Lo anecdótico de estos procesos es que los calificados outsiders en su momento, como las caras nuevas del cambio, la esperanza de manos limpias y corazones ardientes, ahora representan a la nueva “partidocracia”.
Lo que inició como una figura única paternal desencadenó en nuevos procesos partidistas con los mismos vicios de los organizaciones políticas de antaño. Noboa se vio obligado a crear su PRIAN, Gutiérrez formó su Sociedad Patriótica, y ahora la estructura política más fuerte (y desordenada) de Ecuador es Movimiento PAÍS, con Correa a la cabeza.
Como si fueran “remakes” de Hollywood, los ex outsiders representan ahora “una nueva versión” de la añeja política partidista, que reacomoda sus piezas dentro de las estructuras de poder para mantener el control de la administración del Estado. En su momento fue el PRIAN con su aplanadora en el Congreso, SP con la “Pichi” Corte y ahora PAIS con la Comisión Legislativa, la Función Judicial, el CNE, en fin… la misma película vieja pero con nuevos protagonistas, y más efectos especiales.
Pero no es solo eso. También viejas figuras de la partidocracia, no afines a ninguna de esas tendencias, se reencauchan en nuevos “movimientos” catalogados como cívicos, para llevar al poder a las figuras electoreras de siempre, con un nuevo slogan y logo en la camiseta. ¿Será que esperan encontrar entre sus filas un nuevo outsider salvador? Naa… eso ya pasó de moda. Saben que es el momento de los insiders: aquellos dirigentes o políticos que por sus contactos y vínculos de confianza con las élites permanecen siempre cerca de los círculos de poder. Con esas características, tendremos bastantes de dónde escoger.
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