Por: ALM
El presidente Correa en su rendición de cuentas a la nación habló de la imperiosa necesidad de tener más medios de difusión que salgan de mecanismos tradicionales de hacer opinión pública. Justamente este sábado en su cadena radial presentó el portal elciudadano.gov.ec, primer periódico del Gobierno, con lo dijo se avanza en la pretensión de abrir espacios de información “independientes y veraces”.
¿Por qué medios alternativos? En Ecuador circulan cerca de 10 diarios nacionales, una veintena de periódicos locales, revistas, más de 300 frecuencias radiales, televisión local y medios electrónicos. Todos ellos se manejan bajo un mismo hilo conductivo primario (en algunos casos el único) para hacer comunicación: el resultado económico. La objetividad del dinero (asunto primario del dueño) subyuga la subjetividad del editor, reduciendo el trabajo periodístico de los reporteros a tan solo transcripciones al ordenador. En cada medio de comunicación, la situación expuesta se repite. Nadie está exento de esa cadena de mando, asumiendo la espiral del silencio con pequeños ajustes según la medida y vara de cada situación.
Está lógica de la concepción de los medios tradicionales se repite en las experiencias estatales, y va mermando en proyectos comunicativos de las ONGs, organizaciones barriales, gremiales, blogs, donde la subjetividad va ganando terreno, a la vez que su alcance de público disminuye. En los dos ejemplos anteriores, el objeto y el sujeto monopolizan hacia su cauce el sentido de la información, creando para cada quién una reconstrucción “a su manera” de los hechos, con varias formas de “verdad” reproducidas no definitivas.
El objeto primario de la producción de en los medios tradicionales no variará pese a los esfuerzos de liberar la presión económica de las redacciones. Es justamente en el segundo grupo dónde la multiplicación de las subjetividades permitirá una mayor participación del receptor en la asimilación de varias hipótesis para la construcción de su propia teoría.
¿Cómo hacerlo? Un ejemplo práctico se muestra en un medio alternativo... pero de transporte. La metro vía responde a la necesidad de una nueva propuesta de transportación pública con una organización superior y circuito especializado. Eso lo logra paulatinamente el proyecto municipal pero no representa un cambio del objeto, que sigue primando sobre la percepción del servicio. Volviendo a la comunicación, la experiencia del metro es ejecutable y perfectible. La organización estará a cargo de un Estado regulador, basados en la nueva Constitución, pero así como la falta de unidades en el trole es evidente, la producción de medios alternativos es urgente.
Al final sólo la masificación de experiencias individuales motivará a la discusión colectiva desde diferentes aristas, borrando el monopolio de la espiral de la información. La Constitución ordena la apertura de nuevos espacios de reflexión ciudadana, y es obligación del Estado en contribuir a que esa ley se cumpla. El presidente pone la pauta con su medio de comunicación oficial, pero no solo el Gobierno necesita voz, también el pueblo, y sus millones de realidades “alternativas”.
El presidente Correa en su rendición de cuentas a la nación habló de la imperiosa necesidad de tener más medios de difusión que salgan de mecanismos tradicionales de hacer opinión pública. Justamente este sábado en su cadena radial presentó el portal elciudadano.gov.ec, primer periódico del Gobierno, con lo dijo se avanza en la pretensión de abrir espacios de información “independientes y veraces”.
¿Por qué medios alternativos? En Ecuador circulan cerca de 10 diarios nacionales, una veintena de periódicos locales, revistas, más de 300 frecuencias radiales, televisión local y medios electrónicos. Todos ellos se manejan bajo un mismo hilo conductivo primario (en algunos casos el único) para hacer comunicación: el resultado económico. La objetividad del dinero (asunto primario del dueño) subyuga la subjetividad del editor, reduciendo el trabajo periodístico de los reporteros a tan solo transcripciones al ordenador. En cada medio de comunicación, la situación expuesta se repite. Nadie está exento de esa cadena de mando, asumiendo la espiral del silencio con pequeños ajustes según la medida y vara de cada situación.
Está lógica de la concepción de los medios tradicionales se repite en las experiencias estatales, y va mermando en proyectos comunicativos de las ONGs, organizaciones barriales, gremiales, blogs, donde la subjetividad va ganando terreno, a la vez que su alcance de público disminuye. En los dos ejemplos anteriores, el objeto y el sujeto monopolizan hacia su cauce el sentido de la información, creando para cada quién una reconstrucción “a su manera” de los hechos, con varias formas de “verdad” reproducidas no definitivas.
El objeto primario de la producción de en los medios tradicionales no variará pese a los esfuerzos de liberar la presión económica de las redacciones. Es justamente en el segundo grupo dónde la multiplicación de las subjetividades permitirá una mayor participación del receptor en la asimilación de varias hipótesis para la construcción de su propia teoría.
¿Cómo hacerlo? Un ejemplo práctico se muestra en un medio alternativo... pero de transporte. La metro vía responde a la necesidad de una nueva propuesta de transportación pública con una organización superior y circuito especializado. Eso lo logra paulatinamente el proyecto municipal pero no representa un cambio del objeto, que sigue primando sobre la percepción del servicio. Volviendo a la comunicación, la experiencia del metro es ejecutable y perfectible. La organización estará a cargo de un Estado regulador, basados en la nueva Constitución, pero así como la falta de unidades en el trole es evidente, la producción de medios alternativos es urgente.
Al final sólo la masificación de experiencias individuales motivará a la discusión colectiva desde diferentes aristas, borrando el monopolio de la espiral de la información. La Constitución ordena la apertura de nuevos espacios de reflexión ciudadana, y es obligación del Estado en contribuir a que esa ley se cumpla. El presidente pone la pauta con su medio de comunicación oficial, pero no solo el Gobierno necesita voz, también el pueblo, y sus millones de realidades “alternativas”.
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