Re-expropiación de lo público



Por:ALM

La expropiación de los espacios públicos fue una tarea que el Municipio socialcristiano supo realizar de forma excelente. A razón de la excusa “regeneración urbana”, el combate (infructuoso) contra la delincuencia, y la implantación de las normas y buenas costumbres con tintes conservadores del siglo XVIII, de a poco la participación de la ciudadanía en los sectores de su propia ciudad se vio limitado al extremo.

Si bien Guayaquil dejó atrás la época roldosista de la regalada gana con basura en cada esquina y una desorganización urbanística total, pasó a formar parte de una especie de cultura neo medieval, donde cualquier acción pública del pueblo debía tener la venia del rey, o de lo contrario, las cabezas volaban. Literalmente hablando no es así como funciona en la ciudad, pero la apoplejía del ciudadano al ver sus posibilidades de acceder a los espacios públicos sin una autorización del cabildo o sus administraciones sectoriales ad honoren (llámense fundaciones) casi nulas, guarda bastante relación con el pasado.

Estamos hablando de la infinidad de trámites burocráticos para acceder a tocar un clarinete en la plaza pública, que en la mayoría de casos son respuestas que faltan al mínimo de cordura. Desde la prohibición a los grupos GLBTT de tener encuentros culturales en el malecón culpandolos de los sexorales del w.c.” o los permisos para una exposición pública de la Redes Anticorrupción pero ¡sin el permiso de utilizar amplificadores! (léase, el más pitirri micrófono) son una muestra clara que la aproximación del hombre común a su entorno está condicionado a normas incongruentes y razonamientos ilógicos.

Hasta aquí nada nuevo bajo el sol, pero hace varias semanas, una luz en el horizonte monótono de nuestro Guayaquil Superstar revive la esperanza de la libertad de expresión entendida más allá de los mediúms. Comenzó con un experimento de lenguas en plena Rotonda, a la semana siguiente, decenas de betuneros hicieron su trabajo a la sombra de Bolívar y San Martín. Algo estaba pasando, y al momento de escribir este artículo presenciaba una Hora loca con Nueve de Octubre y Malecón como escenario. Decenas de muchachos, viejos, negros, mestizos, extranjeros y curiosos de un lado a otro se divertían bajo la mirada confuso de varios guardias de seguridad.

Es la iniciativa de varios colectivos locales que cansados de tanta inexpresión, decidieron apropiarse de un espacio público, su espacio público, ajeno por años a demostraciones espontáneas de libertad de acción, sin censura ni ataduras. Personas de la Fundación Malecón 200 se acercaron a los organizadores para llegar a un acuerdo, pedían un cronograma de actividades mensuales para tener listo el permiso esos días. Se les rieron en la cara, no comprendieron en lo más mínimo el sentido libertario de la acción. Los chicos pueden venir lunes, martes, miércoles, jueves… de mañana, tarde o noche. No es cuestión de ubicarles un horario, es la posibilidad de ser personas-ciudadanas 24 horas al día.

Como toda acción que trasgrede el imaginario colectivo de las normas en sociedad, no tienen un rumbo fijo, ni publicidad. El besuqueo colectivo cobró el internes de la prensa, pero los actos siguientes perdieron empuje mediático, pero para eso estamos los medios no-tradicionales, que pasamos hace rato el umbral de lo permitido o no a la hora de la información. Muchos d estos actos simbólicos seguirán los próximos días. ¿Cuándo? ¡No tengo idea!, pero de seguro me entero antes y les comento.

2 comentarios:

Ernesto Yitux dijo...

Así y sólo así, se re-ganarán los espacios construidos con nuestro dinero. Saludos.

Ángel Largo Méndez dijo...

DE a poco amigo Yitux, la gente va despertando del letargo que por años los socialcristianos han instaurado en nuestras mentes libres. Fuera de cualquier posición ideológica, el autoritarismo no es ni será aceptable jamás.

Saludos