El arte de hacer dinero

Inspirado en la historia del Rey Midas que todo lo que tocaba se convertía en oro, por siglos el hombre ha buscado la fórmula ideal de obtener un gran número de riquezas que satisfaga sus necesidades básicas y gustos excéntricos. El arte de hacerse rico, la crematística, como lo llamó Aristóteles hace siglos, fue comprendido por muchos que con ingenio, destreza y suerte consiguieron su objetivo, volviendo la fábula en realidad, o por lo menos, adaptándola a nuestros tiempos.

Fueron los banqueros y empresarios, los aprendices de la técnica administrativa descubierta en la antigüedad. Con la llegada de la industrialización y la globalización tecnológica, el manejo de las corporaciones abarrotó más de las ¾ partes del capital financiero en el mundo, superando concretes los PIB anuales de países o estados completos, en su mayoría latinoamericanos o africanos.

Su facilidad para producir ganancias hizo que muchos de los pocos afortunados les confiáramos nuestros ingresos con la esperanza de aprender su fórmula mágica, o por lo menos, asegurar los contados dólares bajo el colchón de millones que los bancos poseen como respaldo. Así, alrededor del planeta, el libre mercado de capitales, el crédito desmesurado y una política económica confiable con el aval del Estado estructuró un sistema financiero capaz de revivir los sueños de riqueza del hombre, amparados en los ejemplos de unos cuántos que alcanzaron la gloria. Era ahorrar y endeudarse la lección a seguir.

Pero de repente todo se esfumó. El colapso bancario en EE.UU. destruyó los sueños de miles que vieron desaparecer sus esfuerzos de toda una vida. Un manejo irresponsable de fondos sumado a la especulación de valores acarreó un problema de proporciones mundiales. Ecuador también sintió la crisis, y maneja por el efecto dominó un déficit presupuestario que no termina de subsanar.

¿Qué pasó? ¿Los expertos en crear verdes perdieron el norte? ¿Se acabó la maquinita de hacer dinero? Creo que ninguna de las dos. Ellos mantienen el secreto para seguir regordeando sus arcas. Dos salvatajes bancarios por parte del gobierno estadounidense mantiene a flote las empresas devastados, con jugosas indemnizaciones a los principales de cada institución, responsables directos de la debacle económica.

Lo que pasa actualmente en el planeta, el sabio filósofo de la antigüedad lo predijo hace siglos, cuando supo separar el arte de hacer dinero, de la llamada economía. Según Aristóteles, la acumulación de dinero por dinero es una actividad contra natura que deshumaniza a aquellos que a ella se libran, mientras la economía es la administración de recursos para satisfacer necesidades.

Si hubiésemos entendido tiempo atrás la base fundamental de la economía y su adecuado ejercicio como tal, no estaríamos atados ahora de pies y manos. Nuestro error fue confiar la economía en quienes no la practican. La maldita sed de oro, como Karl Marx retoma en su obra El Capital los conceptos aristotélicos, acabó siendo el principal obstáculo para el desarrollo del hombre, hoy fustigado por la merma de su capacidad de adquisición, y esperanzado en el accionar de un Estado absorto y desencajado. Así como Midas, apostamos a convertirlo todo en oro, pero luego, paradójicamente, terminamos sin nada para comer.

2 comentarios:

Silvana Tapia dijo...

Qué felicidad descubrir este blog, todo un gusto leerlo.

Definitivamente el sistema financiero puede dar asco, tomando en cuenta de que es mínimo el porcentaje de dinero físico que existe en relación con las obscenas cifras que sólo son dígitos en un computador; considerando que todos los billetes que circulan se imprimen generando deuda; que el riesgo excesivo que han corrido los banqueros ahora lo pagamos nosotros, y que, como bien dices, la banca es una actividad no productiva, un mero movimiento de cifras, una lotería en que un clic de ratón puede cambiar la suerte económica de países enteros, como está sucediendo justamente. Tarde o temprano iba a colapsar.

Ángel Largo Méndez dijo...

Hola Silvi, gracias por participar.

El manejo imprudnete de fondos ajenos hizo que el mundo volviera a sentir el dolor de una recesión, mostrnado la vulnerabilidad del sistema capitalista. Espero que sea el momento de mirar hacia nuevas formas de desarrollo, donde el cooperativismo y la economía popular marquen diferencia entre las opciones predilectas por los Estados-Nación.