Guayaquil paisa

Me imagino a Colombia como una Guayaquil inmensa. Con la misma tirria predilección por las acciones políticas colectivas, y un efusivo enamoramiento con las identidades personalistas. A las palabras los hechos: lo que significa Nebot para el puerto, lo es Uribe en el vecino de norte, y hay serias similitudes entre los citados políticos y su caracterización de cómo debe funcionar el pueblo gobernado.

Una de ellas obviamente en la tendencia conservadora. Desde la llegada de la “revolución ciudadana”, la vanguardia derechista se ancló en el puerto principal. ¡Hay de los zurdos que nos identificamos en la Nueve de octubre!, es siempre discusión de 5 a 1, con tendencia al alza. Asimismo, en un plano geográfico más extenso, desde la fiebre de izquierdismo light que apareció en Sudamérica, Colombia se mantuvo firme en su posición del imperio, algo que la mantiene al margen de muchas iniciativas en el bloque del sur pero que mantiene un gran apoyo popular al interior del país.

Otro espejo es la mano dura en seguridad. La falacia: violencia resuelve violencia es tinte mágico de estas administraciones. Una ciudad con policía privada que sirve para atacar a propios ciudadanos es parecido a un país que invierte en fracciones paramilitares para detener a las FARC y narcotráfico. En los dos casos, un mismo resultado: caos. Sangre que se derrama en una lucha sin fin y de pocos resultados.

Pero si en algo el modelo se ha copiado íntegramente es en la concepción personalista de la política. Una creación minimalista donde solo existen los malos y nosotros, como esencia de salvación y expiación. Es así como aparecen partidos políticos de formato monárquico y llenos de “ismos” que convierten un nombre propio en sujeto de estudio ideológico y filosófico.

Así es como Madera de Guerrero resulta ser padre putativo del Partido de la U, ambas simples analogías para representar el poder de un individuo sobre la masa a la cual lidera con tintes paternalistas. Bajo la estructura democrática agrupan a nuevos personajes y jóvenes políticos para su supervivencia electoral, pero cualquiera que sea, amén de sus capacidades personales, responden siempre al padre de la parroquia.

Pero fuera de toda crítica, lo encomiable es que simplemente funciona. Nebot consiguió diputados con su naciente grupo político y barrió a sus contrincantes para alcalde de Guayaquil. En Colombia, el uribismo se adueño esta semana del senado y sus pre candidatos presidenciales, el que sea, parte con tres a uno ante la línea opositora. Los ciudadanos de ambas latitudes son afines a este tipo de lógica social, y las aplauden, algo que posiblemente las sostendrá en el poder por varias años más.

¿Desgaste? No lo creo. Cuando el alcalde de “Más ciudad”cumpla este ciclo se verá tentado a promover a un segundo, que a determinadas cuentas, será hecho de la misma “madera de guerrero”. En Colombia eso ya está pasando, y no se ve ni cerca una ruptura del romance pueblo-Uribe, aunque él ya no sea el de la banda presidencial. Todo apunta a que regímenes como estos tienen el camino abierto, y se convierte en material de estudio para el debate de ideas, consignas e ideales de quienes no compartimos estos modelos de liderazgo.

2 comentarios:

Xavier dijo...

muy buena entrada, pana. abrazo, x.

Ángel Largo Méndez dijo...

Gracias hermano. Un abrazo tambien.