¿Conquista o independencia?


Aplicando la lógica actual, la independencia del 9 de octubre de 1820 se celebró hasta 1992, cuando el surgimiento del socialcristianismo como eje político en la ciudad inició la “nueva era”. Siete años después se respira una libertad distinta, que huele a territorio feudal, pero que encandila un sentimiento de agradecimiento entre la gente, maquillando la contradicción de su verbo con la acción.

Luego del aquelarre roldosista, los guayaquileños cayeron en desesperación y solo la mano fuerte de LFC socavó la baja autoestima. Deduciendo que mejor es el mal peor, del descriterio administrativo municipal se paso a un autoritarismo radical, con límites profundos a la democracia limitada al voto popular. Con el fallecido político y su pupilo sucesor, la participación ciudadana en los espacios públicos y decisiones municipales tuvo un divorcio definitivo, ya que tampoco en décadas pasadas tenía mucho auge.

Así de a poco, la identidad liberal del guayaquileño quedó sumisa ante la imagen de una dirección única, una línea vertical en la cual el ciudadano común ocupa el último espacio. Las manifestaciones populares desaparecieron y dieron paso a las marchas “cívicas”, unos híbridos resultados con la dirección monopolista del Cabildo, donde la defensa de los intereses políticos del partido local abanderaban la lucha ciudadana contra el poder nacional.

Pero hoy, el asunto resulta más grave. Apoderados los símbolos locales como banderas partidistas, la celebración de este 9 de octubre presenta el escenario de una contienda política con el Gobierno, una situación ajena al espíritu de la gesta. La disputa contra el centralismo nacional por parte del centralismo local, con más de diez años de experiencia, resume las fiestas a una medición de fuerzas políticas, que ubican el agitar de una banderita celeste y blanco y cantar madera de guerrero en una acción anticorreísta y afiliación al movimiento del alcalde.

De la misma forma, las propuestas de resistencia popular fueron relegadas al título de tontas aberraciones de la izquierda por la máscara cementina. El culto a la arquitectura postmoderna del centro y sus alrededores, hizo que el guayaquileño considere un insulto cualquier intento social de exigir su participación en el desarrollo del espacio urbano. Durante década y media, agrupaciones consideradas de “tercer nivel” como obreros, informales, homosexuales o los simplemente pobres, por nombrar algunas, debieron iniciar de nuevo el camino hacia la liberación.

¿Nos hemos dado cuenta que vivimos otra etapa? ¿Qué los poderes omnímodos absorbieron el sentimiento popular para generar adeptos partidistas? ¿Qué de la libertad original del guayaquileño poco o nada queda? ¿Qué vivimos en un feudo orgullosos de nuestra patética parcela? 189 años después de la Fragua de Vulcano, los intereses primarios de los próceres huancavilcas se han limitado a la apertura comercial, como si la globalización fuera producto del siglo XIX. Las otras libertades alcanzadas, de pensamiento, de resistencia, de libre circulación, han sido mermadas y reducidas a la conveniencia municipal. Ellos no celebran la independencia, viven su propia conquista. Nosotros debemos comenzar a pensar en la próxima revolución.
pd: Esta fue la mejor foto de la bandera que encontré, o por lo menos la más original.

3 comentarios:

Roberto dijo...

Angel. Me apena que hayas insultado a la bandera de Octubre con esa "mejor foto de la bandera" , que fue la misma por la que muriò Calderòn por conseguir la independencia en el Pichincha para los que ahora vivimos en Ecuador. Si piensas diferente, está bien pero te sugiero respeto, asì como debemos respetar la devociòn religiosa de cada quièn y sus símbolos. Y si lo has hecho porque en la otra banda hacen algo similar, pues no hay necesidad de caer en lo mismo, si es que no compartimos este estilo. Màs alla de esta diferencia, no he cambiado mi consideraciòn hacia ti en un ápice. Solo me empuja mi ,modesto afán de orientar conductas ¿Somos o no somos plurinacionales y pluriculturales? ¿somos o no somos plurales? ¿Como crees que se siente un indígena cotopaxense cuando le quitan su sombrero o le ensucian la bandera del CONAIE ? Por muchos menos insultos , cualquier ciudadano en cualquier pais libre y respetable de Europa se irìa preso, pero aqui el Presidente ha insultado a los indígenas por su condiciòn de origen y raza y no pasa nada ¿Es que estamos acostumbrados? ¿Es que el insulto o sarcasmo por la raza , todavìa no es delito en Ecuador? Este gobierno està lejos de ser de izquierda, es realmente mercantilista y populista , pero aun yo personalmente le doy el beneficio de la duda, y espero que se enrumbe hacia lo conveniente para la mayorìa. La verdadera lucha para el cambio no es "contra los socialcristianos" (hace rato que no son ni están) sino "a favor de la democracia y de la libertad" y esto ùltimo no tiene que tener color ni verde , ni azul, ni amarillo... Hasta pronto. Roberto

Ángel Largo Méndez dijo...

Estimado Roberto Gracias por escribir. Mi intención nunca fue ofender la bandera, sino darle un tono distinto. No me parece que el cuerpo de una mujer insulte el símbolo. Pueden ser diferencias de criterios pero no lo comparo con pisarla o quemarla, esos si, actos reprobables. És mi visión de los hechos amigo, pero igual respeto tu postura. El gobierno debe rectificar y eso lo anoto en post pasados, pero aquí habló sobre la "libertad" entendida en guayaqui, que para mí y otras personas de izquierda, no es como la pinta el cabildo. En todo caso, es trabajo de nostros como originarios de esta tierra preguntarnos si tenemos acceso a toda libertad o lo que vivimos acá no es muy contrario a lo que se critica del gobierno central. Un saludo cordial

Omar dijo...

Excelente enfoque Angel.