El término que acuñó Alberto Acosta, tiene más resonancia ahora más que nunca. La Revolución Ciudadana está dando muestras palpables de desentendimiento con la ciudadanía organizada, que en estos momentos presiona al Gobierno desde diferentes frentes y con diversas connotaciones.
El pragmatismo con el cual el oficialismo estaba llevando a cabo sus procesos de reforma social en algún momento chocaría con la ideología única e inamovible de la izquierda más radical. Era predecible, pero hasta hace poco era una situación manejable. Sin embargo, cuando la pequeña cuerda entre el apoyo y la crítica al proceso político se rompió, el Estado asumió la posición menos favorable: no busco el diálogo sino la confrontación.
Y es que el presidente y sus asesores pensaron que el mismo repertorio contra la oposición de derecha funcionaría en la otra orilla. Error. Las organizaciones progresistas en el país tienen antecedentes de lucha, resistencia y presencia en las calles. Tanto la UNE, como la CONAIE, no se andan por las ramas, y siempre responden a las críticas con acciones, estén o no equivocados en sus criterios.
Si la Ley de Educación o la Ley Aguas son la respuesta efectiva para los años de atraso en esas materias que sufre el país es algo discutible, pero a eso el Gobierno no quiso ceder. Así como actuó a rajatabla con los Isaías, la eliminación de la tercerización, la reforma tributaria, y otros aspectos que golpearon el bolsillo de los sectores de poder económico, intento desbaratar al gremio de maestros y subestimo a los indígenas. El resultado: marchas, paralizaciones, enfrentamientos.
¿Olvidaron los grupos de la Revolución ciudadana sus orígenes combativos? Muchas de las personas que forman parte de la ola verde fueron en su tiempo agentes infaltables a la hora de salir a las calles. Por tal razón, parece ilógico que un Gobierno con un gran apoyo popular, con bases sólidas de procesos anteriores de luchas por el poder, no haya previsto la reacción de los grupos más radicales de la tendencia. La hora de corregir fue tardía, y ahora lamentamos a un ecuatoriano muerto con perdigones de ecuatorianos.
Cuando se está en el poder, muchas veces la visión de las cosas se distorsionan, creando una sola fuente de regocijo y verdad absoluta: el propio yo. Esta ceguera parcial ha dado un duro golpe a la marca registrado del gobierno, una revolución Ciudadana que combate a ciudadanos es algo contradictorio y funesto, que se hubiera evitado si dentro del proceso político se llevara de manera seria la participación de las masas, reducidas a la experiencia del voto. Que este hecho quede como lección, y no como anécdota.
Un déficit de ciudadanía es reversible, pero requiere acción inmediata. De ahora en adelante se espera que las decisiones importantes que tome el Ejecutivo antes de pasar por la Asamblea, posea el escrutinio popular. No es excusa que la democracia alarga los procesos, Los ecuatorianos hemos esperado décadas por un estado que recupera su status planificador y por dos o tres meses más que cueste el estudio de una ley nadie se va a desesperar. Es prevenir antes de seguir lamentando.
El pragmatismo con el cual el oficialismo estaba llevando a cabo sus procesos de reforma social en algún momento chocaría con la ideología única e inamovible de la izquierda más radical. Era predecible, pero hasta hace poco era una situación manejable. Sin embargo, cuando la pequeña cuerda entre el apoyo y la crítica al proceso político se rompió, el Estado asumió la posición menos favorable: no busco el diálogo sino la confrontación.
Y es que el presidente y sus asesores pensaron que el mismo repertorio contra la oposición de derecha funcionaría en la otra orilla. Error. Las organizaciones progresistas en el país tienen antecedentes de lucha, resistencia y presencia en las calles. Tanto la UNE, como la CONAIE, no se andan por las ramas, y siempre responden a las críticas con acciones, estén o no equivocados en sus criterios.
Si la Ley de Educación o la Ley Aguas son la respuesta efectiva para los años de atraso en esas materias que sufre el país es algo discutible, pero a eso el Gobierno no quiso ceder. Así como actuó a rajatabla con los Isaías, la eliminación de la tercerización, la reforma tributaria, y otros aspectos que golpearon el bolsillo de los sectores de poder económico, intento desbaratar al gremio de maestros y subestimo a los indígenas. El resultado: marchas, paralizaciones, enfrentamientos.
¿Olvidaron los grupos de la Revolución ciudadana sus orígenes combativos? Muchas de las personas que forman parte de la ola verde fueron en su tiempo agentes infaltables a la hora de salir a las calles. Por tal razón, parece ilógico que un Gobierno con un gran apoyo popular, con bases sólidas de procesos anteriores de luchas por el poder, no haya previsto la reacción de los grupos más radicales de la tendencia. La hora de corregir fue tardía, y ahora lamentamos a un ecuatoriano muerto con perdigones de ecuatorianos.
Cuando se está en el poder, muchas veces la visión de las cosas se distorsionan, creando una sola fuente de regocijo y verdad absoluta: el propio yo. Esta ceguera parcial ha dado un duro golpe a la marca registrado del gobierno, una revolución Ciudadana que combate a ciudadanos es algo contradictorio y funesto, que se hubiera evitado si dentro del proceso político se llevara de manera seria la participación de las masas, reducidas a la experiencia del voto. Que este hecho quede como lección, y no como anécdota.
Un déficit de ciudadanía es reversible, pero requiere acción inmediata. De ahora en adelante se espera que las decisiones importantes que tome el Ejecutivo antes de pasar por la Asamblea, posea el escrutinio popular. No es excusa que la democracia alarga los procesos, Los ecuatorianos hemos esperado décadas por un estado que recupera su status planificador y por dos o tres meses más que cueste el estudio de una ley nadie se va a desesperar. Es prevenir antes de seguir lamentando.
Foto tomada de www.hoy.com.ec
2 comentarios:
O sea que la ciudadania no esta bien representada en la Asamblea? o son mas bien los dirigentes aquellos grupos de poder, los que requieren de una representacion especial como garantes del proceso?
Hola Fernando gracias por participar.
Creo que mas bien es momento que la representación ciudadana valla mas alla del poder legislativo. Un proceso democrático incluyente, como bse de una demcoracia directa, algo aún utópico pero edificable. No solo de los grupos de poder, de los indígenas o maestros, sino de cualquier ciudadano.
Saludos
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