Es un día como cualquiera. Apagar el despertador, lavarse los dientes, leer la prensa, tomarse un café. Salir tarde al trabajo pero darse un tiempo para saludar al vecino. Conducir al trabajo, revisar el correo, convencer a los clientes y pasar desapercibido por el jefe. Todo normal, todo bajo control.
Pero como si fuera un presentimiento, de esos que te acechan como sabuesos, hace rato sospecho que algo no anda bien. Mucha quietud, mucha calma. Comienzo a escudriñar mis pensamientos y me doy cuenta que todo no es perfecto, que falta algo más, que no estoy completo.
Con la perspicacia a flor de piel, los días pasan cantando, pero ya no soy el mismo. Sigue el mismo despertador, el mismo cepillo de dientes, el mismo periódico, el mismo vehículo, los mismos vecinos, el mismo trabajo, pero ya no me acoplo fácilmente. Lo normal lo percibo ahora como acartonado, coartado, predecible. La vida pasa como una maquinaria lógica que sigue un ritmo continuo, con actores que saben y repiten el mismo guión una y otra vez.
Me salta la duda ¿Me estoy volviendo loco? O estoy volviendo a la cordura. Ya las marcas y los productos no me hacen sonreír, lo que leo en el diario no se puede creer, lo que gano en el trabajo no me parece real. Sientes que puedo más, que merezco más, que no pertenezco a este lugar, pero nadie me escucha ¡así lo grite nadie me escucha! Todos parecen amoldados al sistema, sin objeciones, sin represalias, sin juicios ni críticas. Esto es lo que hay y lo asumen con complacencia ¿Seré yo el equivocado?
Entonces la confusión se apodera de la sobriedad y quiero salir corriendo, pero los actores me lo impiden. No puedo dejar de consumir, no puedo obtener más información, no puedo dejar de trabajar por un sueldo miserable. ¡Quiero ser libre!, y crear mi propio destino, sin las ataduras de un mundo encasillado. Quiero reír, gritar, saltar, gozar, decidir que quiero ser y cuando ser, dónde vivir y cómo pensar, saber la verdad, mirar más allá, volver a ser yo.
El Gran Hermano me observa y advierte mi sublevación, entonces prepara sus aliados para intentar contenerme. ¡Nadie puede escapar del sistema que hemos creado, nadie podrá salir jamás de nuestra burbuja! masculla indignado ¿Quién se ha creído este para poder romper lo establecido, el mundo que formamos para él? Comienza la búsqueda. Políticos, empresarios, periodistas, sacerdotes y todos los guardianes del status quo salen en mi búsqueda. Pero ya no estoy en ninguna, parte, no me hallo en ningún lugar.
Mar adentro a la deriva, mi barca se aleja de la costa. Busco nuevos horizontes, una vida que sea real. Ya no quiero más cadenas, ya no creo en el pecado, moral, religión, mercado y dinero. Hoy abro la puerta y salgo a la calle, lejos de ti Gran Hermano, y demostrarme a mí mismo que puede haber algo más, sin la vigilancia de un ser supremo…
Suena el despertador. Mis teorías trasnochadas de revolución y la película de madrugada se juntaron en mis sueños. El televisor prendido aún muestra los créditos. “The Truman Show: Historia de una vida” ¿Se la vio? Recomendada pues, una oda a la manipulación.
Pero como si fuera un presentimiento, de esos que te acechan como sabuesos, hace rato sospecho que algo no anda bien. Mucha quietud, mucha calma. Comienzo a escudriñar mis pensamientos y me doy cuenta que todo no es perfecto, que falta algo más, que no estoy completo.
Con la perspicacia a flor de piel, los días pasan cantando, pero ya no soy el mismo. Sigue el mismo despertador, el mismo cepillo de dientes, el mismo periódico, el mismo vehículo, los mismos vecinos, el mismo trabajo, pero ya no me acoplo fácilmente. Lo normal lo percibo ahora como acartonado, coartado, predecible. La vida pasa como una maquinaria lógica que sigue un ritmo continuo, con actores que saben y repiten el mismo guión una y otra vez.
Me salta la duda ¿Me estoy volviendo loco? O estoy volviendo a la cordura. Ya las marcas y los productos no me hacen sonreír, lo que leo en el diario no se puede creer, lo que gano en el trabajo no me parece real. Sientes que puedo más, que merezco más, que no pertenezco a este lugar, pero nadie me escucha ¡así lo grite nadie me escucha! Todos parecen amoldados al sistema, sin objeciones, sin represalias, sin juicios ni críticas. Esto es lo que hay y lo asumen con complacencia ¿Seré yo el equivocado?
Entonces la confusión se apodera de la sobriedad y quiero salir corriendo, pero los actores me lo impiden. No puedo dejar de consumir, no puedo obtener más información, no puedo dejar de trabajar por un sueldo miserable. ¡Quiero ser libre!, y crear mi propio destino, sin las ataduras de un mundo encasillado. Quiero reír, gritar, saltar, gozar, decidir que quiero ser y cuando ser, dónde vivir y cómo pensar, saber la verdad, mirar más allá, volver a ser yo.
El Gran Hermano me observa y advierte mi sublevación, entonces prepara sus aliados para intentar contenerme. ¡Nadie puede escapar del sistema que hemos creado, nadie podrá salir jamás de nuestra burbuja! masculla indignado ¿Quién se ha creído este para poder romper lo establecido, el mundo que formamos para él? Comienza la búsqueda. Políticos, empresarios, periodistas, sacerdotes y todos los guardianes del status quo salen en mi búsqueda. Pero ya no estoy en ninguna, parte, no me hallo en ningún lugar.
Mar adentro a la deriva, mi barca se aleja de la costa. Busco nuevos horizontes, una vida que sea real. Ya no quiero más cadenas, ya no creo en el pecado, moral, religión, mercado y dinero. Hoy abro la puerta y salgo a la calle, lejos de ti Gran Hermano, y demostrarme a mí mismo que puede haber algo más, sin la vigilancia de un ser supremo…
Suena el despertador. Mis teorías trasnochadas de revolución y la película de madrugada se juntaron en mis sueños. El televisor prendido aún muestra los créditos. “The Truman Show: Historia de una vida” ¿Se la vio? Recomendada pues, una oda a la manipulación.
8 comentarios:
Amigo
¿de cual se ha fumado?
Se nota que te gustó la película
Ja ja ja no no... yo no consumo
Es uno de esos días en que escribes lo primero que te viene a la cabeza, y la maldita libertad de lo expresión no hace nada apra impedirtelo.
Ey, eso ya lo pensé yo primero, pero no lo había escrito!
Ja ja ja, si Silvi, a veces uno abuso de las bondades del internet
Es una especie de analogía de lo que vivimos a diario por las presiones morales y sociales con la pelicula de carrey el Show de Truman.
Esta medio confusa pero así salio, espero me comprendan
Un abrazo
Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismos solía decir A. Einstein... aquel que se acomoda entre los cojines del consumo facilista deja de cuestionarse orillándose a su propia destrucciøn.
un saludo!
Ma. Candela gracias por participar. La mejor forma a mi criterio de no ampararse en los cojines del fácilismo es nunca desentenderse de la propia esencia del ser. Somos lo que somos, con mucho o con poco. Y será acaso la búsqueda incesante de libertad lo que nos permita mantenernos ajenos a una realidad ajena a lo que un principio,ccada hombre estaba destinado a ser: único. Saludos
Ja,ja.Bueno, lo primero es lo primero: estás escribiendo mucho mejor, podrías considerar dedicarte a hacer artículos para Sojos, Diners o algo así. Podrías entrar en el círculo sagrado de las vacas y ser "libre" profesionalmente.Lo segundo es que ideológicamente debes fortalecer el espíritu sobretodo en tiempos de revolución en los que ni el Beto Acosta aprueba "pendejaditas" que se le escapan al Señor Correa y al Congresillo.Ser revolucionario tiene un costo alto, a veces es hasta dificil "parar la olla". ¿Estarás dispuesto a jugarte por ello? Sólo el tiempo lo dirá
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