El CNE intenta con las exiguas multas al presidente de la República impresionar a la opinión mediática sobre su capacidad de acción, independencia y seriedad, cuento que los medios no se tragan fácilmente y se burlan de manera sutil.
Pese a que lo actuado está regido a la norma constitucional, lo que sucede es que existe un prejuicio del porte de mi nariz de que toda institución formada o iniciado ene este periodo presidencial, tiene la marca verde limón. Así que por más que lo intenten, por mas que se esfuercen (que no es mucho tampoco) el karma de la Revolución Ciudadana seguirá pesando sobre el Consejo, el Contencioso, el Consejo de Participación Ciudadana, la Asamblea, la Corte de justicia…
Con ese panorama, curarse en salud y optimizar energías es un buen ejercicio. Lejos de la coyuntura electoral y la aburrida campaña predestinada, el CNE debería preocuparse luego del 26 de abril por dirigir sus trabajos de manera directa al ciudadano, que poco o nada sabe sobre el uso del dinero público en el manejo político-publicitario. La cuarta función del Estado no debe limitarse solamente a los periplos electorales, ya que su trabajo abarco otros tópicos vigentes en la Ley Orgánica de Control y Gasto Electoral.
En ese contexto, la sanción a Jaime Nogales es una bocanada de aire puro pero con pocos flashes. Por años, décadas diría más bien, los funcionarios públicos de elección popular han utilizado sus obras administrativos, sean nacionales o locales, para publicitar su imagen y apellido, razón prohibida por la ley (artículo 21 de la Ley de Gasto Electoral) pero argumento viejo en cada puente, calle o acera que el alcalde de turno produzca en su mandato.
A Nogales le cae el hachazo por mera coincidencia electoral. El CNE se dio cuenta de la falta por la cantidad de candidatos-funcionarios en estas elecciones, quienes utilizan estos espacios como argumento a favor para sumar votos. Si vemos el asunto sin la papeleta de por medio, es lo más común y repetido. La promoción de nombres o partidos en la obra o proyectos a su cargo es un mal de cualquier administración pública, que en temporada alta de votos, es campaña re- adelantada, encubierta provechosa.
Si los medios quieren concentrarse en el tema de si Correa dice esto o lo otro los sábados en la mañana, que sea su problema. A los ciudadanos que por años han reclamado ese abuso en sus ciudades les interesa el caso Nogales. A lo mejor al CNE le sale más conveniente para maderar su imagen espacios de información en ciudades pequeñas de cómo y dónde denunciar esos hechos, algo factible y manejable porque si existen las condiciones económicas para pagar espacios publicitarios a cada candidato de cada dignidad, no creo que el presupuesto no alcance para promocionar lo que hace o intenta hacer el novel organismo.
Andar a la caza de un despreocupado Correa o pedir la bendición de los medios es un trabajo que al CNE no le queda. Su esfuerzo serio, aunque con fallas e inexperiencias como todo, merece un mejor final, y si la voluntad de los consejeros existe, pueden marcar un precedente para detener el modus operandis de decenas de consejeros, alcaldes y presidentes adictos al marketing gratis.
La caída de Borrero
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