Película vieja

Leer la “prensa independiente del país” en estos días, es para salir corriendo hasta el Perú y no mirar atrás. El horror, el miedo, el apunta con el dedo al que muchos no dudan llamar “la tiranía” o la gastada “dictadura”, salpica por los poros de la tinta y el papel. Un panorama desolador, violento, frío. Un Ecuador sin esperanza.

La marcha de está semana rememora los mismas artimañas en contra de la renovación. Es incomprensible como el apego al poder y la defensa por el status quo moviliza tantas conciencias, acaso corazones, y cimbra muchos bolsillos. Basta con ver como profesores, dirigentes “ad honores” universitarios, rectores legendarios, realizan una manifestación con el fin de combatir una máxima: hacemos lo que queremos, y queremos seguir haciéndolo.

Ya lo dijo Miguel Donoso Pareja, “una revolución sin violencia es un burro de pinga corta” ¿Quién pensó, estimado lector, que tantas reformas se aceptarían de buenas a primeras? El primer Gobierno de izquierda en 29 años, que se enfrenta a los cucos del poder omnímodo: empresarios, periodistas-empresarios, sindicalistas-empresarios, no tiene fácil saltar la lógica de la “regalada gana” imperante en nuestras instituciones y organismos.

Pese a las deficiencias de la revolución ciudadana, básicamente en la segunda palabra del slogan, los aciertos de la administración actual están presentes y palpables, a pesar de la minimización pública: Desaparición paulatina de la tercerización, imposición de una cultura tributaria, baja de tarifas de electricidad y telefonía, no cobro en emergencia de hospitales públicos, reconstrucción de escuelas, desayuno escolar, plan vial a nivel nacional, etc.

Todas estas acciones, importantes para el ecuatoriano de clase media y baja, son las que sostienen la imagen de un Gobierno que no es la panacea, que no tiene ninguna varita mágica, en ocasiones incomprendido por sus acciones y juzgado, mayoritariamente, por la soltura de palabra del Presidente. Nos graduamos de moralistas y santurrones en los últimos dos años, criticando y juzgando conductos personales de un hombre como cualquiera, y no su trabajo como administrador público.

Hoy al “gran insultador” los seudo intelectuales de derecha le llaman también “llorón”. Se atropellan para atacar cada gesto de su rostro en sus columnas de opinión. Creen que todo el país está en contra de las leyes de Educación Superior, cuando la mayoría de universitarios se quejan de que no reciben clases y están preocupados de ahorrar lo suficiente para la de güisqui a fin de año que quiere el profeshor. Dicen también que todos los periodistas vetan la ley de Comunicación cuando están más preocupados de sus condiciones salariales en le medios en inversamente proporcional a las utilidades por publicidad.

¿Hay toda una treta para formar caos? Seguro que sí. En el país del Nunca Jamás, cualquier cambio a lo establecido como único es y será: inútil, insultante y calumnioso. Los poderes fácticos continúan gobernando con la bandera de la corrupción total, germen iracundo que, es cierto, en varios funcionarios del régimen se ha propagado. Pero, no obstante, y bajo toda la humareda me sigo preguntando ¿estamos peor que antes? ¿nada ha mejorado para bien? ¿Un proceso político nuevo es capaz de sustentarse solo en promesas y publicidad? Ya hablan en presentaciones de libros hasta de revocatoria del mandato. Es decir, Bucaram, Lucio y Mahuad son aprendices al lado de “gran insultador” ¿Cree usted eso señor, señora? Los ecuatorianos que apoyan la gestión de Correa tienen un vínculo superior a una simple maniobra publicitaria con el proyecto político: avizoran un nuevo camino, una oportunidad de quebrar lo establecido.

Pero, si es momento de una recomposición, que no venga de intereses minúsculos nuevamente. Camionetas no, forajidos tampoco. Es hora de una decisión sustentada en un escenario real, y no el creado por la opinión pública parcializada, de invocar a lo que tanto convocan los mass media pero que tanto temen en realidad: el juicio de una sociedad no estandarizada que sigue mirando a lo lejos como unos cuantos atan y desatan en el nombre de todos. Película vieja de la televisión nacional.

3 comentarios:

Roberto dijo...

Angel
En esta ocasiòn estoy de acuerdo contigo. Ciertamente y tu lo sabes, yo no soy "correista" y tengo mis críticas serias a su gobierno, repito serias, no "pataleos" como tu señalas con claridad. Da verguenza que los opositores sean LUCIO y Carlos Vera, entonces , de què nos quejamos...No hay lugar para queja sino para las propuestas. El cambio en las Univerisidades debe hacerse, yo cuando fui estudiante, siempre estuve en el lado de la crìtica constructiva y apoyando la excelencia acadèmica...sin embargo hay casos de la "botella de guiski para el proesssor" que yo conozco (por lo menos en mi universidad no se dio en esa època) por mi hermana cuando ella fue estudiante...pasò verguenza en Argentina, cuando sus compañeros de la U. se pasaban vagando en Buenos Aires, menos mal, que mi hermana si estudiò y obtuvo sus tìtulos allà, porque si era de las que estudiaba.
Los cambios deben darse, sea la izquierda o la derecha, lo que no debe permitirse es que no se respeten nuestros derechos y en ese campo estamos en un àrea muy gris y oscura.
Saludos.
Roberto

Geraré dijo...

Que fue Angel, buen artículo (se hizo esperar). Justo publiqué una nueva entrada en mi blog, que creo complementa lo que expresas aquí. En resumen, necesitamos gente crítica, como tú, Roberto, Xavier F. etc.., que utilice la lógica antes que el hígado a la hora de opinar.

Anónimo dijo...

Esa deficiencia Universitaria, combinada con la corrupcion institucionalizada, fue lo que me convencio de salir del Ecuador; pues termine el 4to año de Publicidad y Mercado en la Laica, y para sorpresa de cada nueva promocion de egresados, nos rechazaban todas las propuestas de tesis (necesaria para graduarnos). Investigando supimos que era para evitar que formemos un Colegio de Profesionales y expulsemos a los extranjeros que estaban trabajando en las grandes empresas. Despues de varios años supimos por un articulo periodistico, que el primer titulo lo obtuvo la sobrina del Presidente en ese entonces; pero ya era muy tarde, el daño ya estaba hecho.