“La libertad de prensa no es más que una máscara de la libertad de empresa”. El escritor argentino Jauretche lo creía así y lo segundo en su opinión. ¿Negar los intereses económicos en los medios de comunicación? Arriesgado. Es la idea del periodista que se levanta todos los días y se interroga de dónde diablos sale su sueldo cada mes, si su pluma desbocada ataca a todo el mundo. No a todos, solo a quienes los dueños lo permiten.
En el mundo de la esclavitud asalariada todo profesional depende y responde al interés particular del pagador, el dueño del medio de producción. No hablo de códigos de ética, responsabilidad periodística o cosas por el estilo. Simple análisis marxista: el proletariado, que sucumbe ante la clase burguesa, quienes se apropian del excedente de su trabajo, la plusvalía, y el círculo sigue imparable.
Teniendo clara esta cuestión, el accionar de varios comunicadores es hasta justificado. Defienden su puesto de trabajo, el pan para la mesa, el bienestar de su familia. Como a todo trabajador que depende de un ingreso único, priorizan los resultados, el objetivo de buscar, formar y crear información de acuerdo con lo que pide el jefe, es el que manda, y no hay más vuelta que darle.
Tenemos ejemplos claros. El reportero junior que vive asustado escuchando que a su medio lo van a cerrar y se van a quedar sin chamba, sabe que sería el primer sacrificado. En cambio para los periodistas mediáticos, todo pinta según la postura que asuman. Jorge Ortiz y Emilio Palacio defienden el interés de la empresa, Carlos Vera ubicó en primer lugar sus odios personales. ¿Resultados? Los dos primeros continúan con voz, el tercero, no.
Si continuamos con la lógica de la empresa privada, ¿quien en el único en valorar el producto que entrega, su contenido, el beneficio que cumple para satisfacer una necesidad?: el usuario. ¿Qué hace entonces la Secretaría de Transparencia y Gestión pública evaluando e inventando formas de sanción para los medios? El Estado no tiene espacio al control o vigilancia de su accionar. El Conartel brinda las pautas de funcionamiento de los medios, pero no es juez dictaminante de sus contenidos, luego de él, la responsabilidad directa recae en el consumidor.
Juzgar, analizar, criticar o debatir la información que transmite un medio de comunicación, privado o público es un ejercicio exclusivo del espectador, del cliente. El consumidor de medios tiene todos los días la oportunidad de escoger la parte de la verdad de los hechos contada al estilo, forma, e ideología que más sintoniza con su propia subjetividad. Y si debe existir una instancia que determine los límites de los medios de comunicación debe ser la ciudadanía. La atención al cliente es parte vital del crecimiento de la empresa.
Entonces, resolver el conflicto prensa-gobierno puede tener una salida al regresar a los conceptos básicos de los orígenes de los medios. Si de verdad el común tiene prioridad al interior de la “revolución ciudadana” debe permitírsele decidir que quiere ver, oír o escuchar. Es solo cuestión de seguir con las leyes del mercado: empresa que no vende, quiebra.
En el mundo de la esclavitud asalariada todo profesional depende y responde al interés particular del pagador, el dueño del medio de producción. No hablo de códigos de ética, responsabilidad periodística o cosas por el estilo. Simple análisis marxista: el proletariado, que sucumbe ante la clase burguesa, quienes se apropian del excedente de su trabajo, la plusvalía, y el círculo sigue imparable.
Teniendo clara esta cuestión, el accionar de varios comunicadores es hasta justificado. Defienden su puesto de trabajo, el pan para la mesa, el bienestar de su familia. Como a todo trabajador que depende de un ingreso único, priorizan los resultados, el objetivo de buscar, formar y crear información de acuerdo con lo que pide el jefe, es el que manda, y no hay más vuelta que darle.
Tenemos ejemplos claros. El reportero junior que vive asustado escuchando que a su medio lo van a cerrar y se van a quedar sin chamba, sabe que sería el primer sacrificado. En cambio para los periodistas mediáticos, todo pinta según la postura que asuman. Jorge Ortiz y Emilio Palacio defienden el interés de la empresa, Carlos Vera ubicó en primer lugar sus odios personales. ¿Resultados? Los dos primeros continúan con voz, el tercero, no.
Si continuamos con la lógica de la empresa privada, ¿quien en el único en valorar el producto que entrega, su contenido, el beneficio que cumple para satisfacer una necesidad?: el usuario. ¿Qué hace entonces la Secretaría de Transparencia y Gestión pública evaluando e inventando formas de sanción para los medios? El Estado no tiene espacio al control o vigilancia de su accionar. El Conartel brinda las pautas de funcionamiento de los medios, pero no es juez dictaminante de sus contenidos, luego de él, la responsabilidad directa recae en el consumidor.
Juzgar, analizar, criticar o debatir la información que transmite un medio de comunicación, privado o público es un ejercicio exclusivo del espectador, del cliente. El consumidor de medios tiene todos los días la oportunidad de escoger la parte de la verdad de los hechos contada al estilo, forma, e ideología que más sintoniza con su propia subjetividad. Y si debe existir una instancia que determine los límites de los medios de comunicación debe ser la ciudadanía. La atención al cliente es parte vital del crecimiento de la empresa.
Entonces, resolver el conflicto prensa-gobierno puede tener una salida al regresar a los conceptos básicos de los orígenes de los medios. Si de verdad el común tiene prioridad al interior de la “revolución ciudadana” debe permitírsele decidir que quiere ver, oír o escuchar. Es solo cuestión de seguir con las leyes del mercado: empresa que no vende, quiebra.
3 comentarios:
Estimado Angel
Esperar que un ente público controle o ponga pautas o criterios de lo que se publica en la prensa, no resulta, si estos son funcionarios designados por un gobierno, y entonces, son estos un apendice del primero y por tanto representan al poder de turno, y eso es dictadura.
Estoy totalmente de acuerdo que es el pueblo, léase televidente , lector o radioescucha, el supremo juez que premiará o castigará a la prensa, pero si este no tiene la forma de ejercer su poder de voto o prefererencia , tampoco existe la democracia que queremos algún día tener.
Entonces, si es necesario tener una autoridad, pero que esta actúe como mandatario del pueblo que es el mandante, y para que esto tenga efectos prácticos, se debe establecer la mecánica a través de recolecciòn de firmas , por ejemplo. En este sentido , ¿habrá sido democrática la medida de imponer una multa a Teleamazonas por exhibir tomas sangrientas de un toro en una corrida? ¿A quien representan estas autoridades? ¿Es Quito una capital taurina o no lo es? ¿Quien ha decidido que es impropio esto? Yo recuerdo, que cuando Abdalá Bucaram quizo erradicar las corridas, con la finalidad de proteger a los animales de ser sacrificados, casi que los quiteños (no todos, sino ficionados entre los cuales está la aristocracia de la ID; DP) lo tomaron como un insulto, aun mas viniendo de quien fue...un patán , según ellos. La sanciòn impuesta, creo que hubiera tenido legitimidad, si es producto , de una presiòn del publico expresada por las firmas recogidas del mismo, entonces la autoridad, procede por mandato del pueblo...¿o te parece? y así debería ser siempre. Yo recuerdo, en mi corto tránsito de indocumentado en USA, que existe en este pais, la posibilidad de que se vete una ley, o se la retire del congreso, si hay un número de firmas que lo soliciten, es por eso que , hay leyes anti-immigrantes que no pasan aun cuando tengan meses y meses de habers sido ingresadas a discusiòn de las comisiones. Esas leyes no van a debate a la sesiòn plenario, si hay oposicion, de parte del pueblo y de un número mpinimo de congresistas. Es la forma de que la democracia funcione...que no es perfecta, pero hay la mecánica que conecta al pueblo con sus representados.
Bueno , solo es una opiniòn , hasta pronto.
Hola Rony.
Un par de cuestiones para contribuir a la discusión.
Primero es que no considero que haya un público lectxr que pueda identificar la orientación o el sesgo con que se publique una noticia. Creo que a veces lxs lectores solo tomamos una noticia y se "cosume esa informaciòn".
Creo que no es problema que el mercado( productores de peridicos y consumidores de noticias) pueda solicinarlo. Las noticias que leemos en los diarios tienen una intencionalidad política y creo todxs deberiamos saber eso cuando leemos "el universo, expreso....".
Pienso en las siguientes preguntas. ¿La información como una mercanía más? ¿el lector es sólo otro consumidor de esa mercancía llamada información?
La solución pasa por esa profunda y necesaria revolución educativa y social de las mentas.
La información es un bien público, es parte de la memoria histórica de los pueblo. No se puede comercializar la noticias.
Los medios ha estado acostrubrados a que ningún cuidadano, estado o grupo/observatorio de medios puedan hacerlos temblar criticando su programación y lo que dicen.
Esta sensura no es exclusiva del estado. Si la sanciòn que le toca recibir a TEleamazanas es el cierre. ese medio no debe convertirse en un portavoz del estado.
Y tambièn la sociedad debe velar por que el estado no se extrelimite en esa sanciòn.
La revolucion cuidadana le debe eso: cuidadania, cuidadania activa y critica
Las firmas son una opciòn. pero deben manejarse dentro de contexto de critica más amplio.
Maribel
Gracias por participar.
Roberto, la participación directa del ciudadano-consumidor de noticias es importante, pero merece tambien de un nivel de organizacion creo yo. Ademas, el resultado apriori de esta manifestacion ciudadano depende en gran medida de la magnitud de autocritica que tenga el medio de comunicacion para canalizar los reparos y objeciones a su programacion ¿cuantas veces los lecotes, oyentes o televidentes no habran enviado cartas o emails pidiendo un cambio o mejoria? ¿cuantas habran sido escuchadas?
Otra cosa tambien es la capacidad de tener limtes cocnretos por parte de los organismos de control. No es posible que en el 2009 se trabaje con un reglamento del 1975 y se pague 20 dolares de multa como sanción. Los limitantes y responsabilidades de los medios deben ser establecidos en una ley discutida y debatido por el ciudadano y las instancias representativas del estado a fin de obtener un mecanismo mas justo y equilibrado.
Maribel, negar el sesgo politco mas que ideologico) de la sancion es tapar el sol con un dedo, asi como negar la posición sesgada de teleamazonas en la información-opinion que genera (la mezcla de los generos es el meollo del asunto). Si el Conartel queire hacer cumplir la ley, empiece por debatirla, reconstruirla y actualizarla. Teleamazonas sino quiere sufrir mas consecuencias, por lo menos autocalifique su accionar, dejese de escudarse bajo el eslogan de "periodismo independiente" y asuma una posicion frontal. A lo mejor con mas sinceridad de accionar de ambos mandos el público tiene mas opciones de participar en lo que hasta ahora es solo circo.
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