¿Pluralismo? mmmmm...

2 comentarios abril 12, 2010
Esta mañana en su columna en El Universo, el articulista Simón Pachano hace referencia a la veintena de columnistas de El Telégrafo que decidieron dejar de pertenecer al diario público, aunque dentro de su análisis, llega a una conclusión que no deja de sorprenderme.

Según Pachano, en una visión que merece todo el respeto, “los abajo firmantes” como identifica a los ex Telégrafo, cumplían esas funciones en el diario gracias a su identificación ideológica (de izquierda por cierto y, en ocasiones muy alejadas de la visión gobiernista) y no simplemente por sus cualidades y capacidades como analistas.

Pues bien, no me queda más que darle toda la razón a Simón. Era obvio y conocido que las plumas intelectuales que llenaron el espacio de Opinión y Debate de El Telégrafo tienen una ideología progresista, y en su mayoría, con una gran capacidad de análisis que volvía a la sección uno de los puntuales del medio público.

La pregunta entonces no es si su orientación ideológica les permitió su presencia en esos espacios, sino ¿en que otro medio privado se les hubiera permitido lo mismo? O seamos más puntuales todavía ¿Lo que habla Pachano en el artículo sobre introducir el “pluralismo”, se práctica actualmente en El Universo?

Los invito amables lectores a abrir las páginas del “Mayor Diario Nacional” y encontrar en su espacio de opinión alguna columna con pensamiento de izquierda. Es un ejercicio entretenido, aunque complicado. Más allá de la buena pluma y conocida trayectoria de sus columnistas, sin contar la transparencia de las palabras de Bernard y un consecuente Fernando Balseca, irremediablemente casi todos llevan una orientación ideológicamente a la derecha.

Recuerdo bien que un año atrás, yo como fiel lector de estas columnas me detenía a leer a Xavier Flores, como una bocanada de aire entre tanto oleaje conservador y de tirria a todo lo que hace, piensa y proyecta el Gobierno (en plumas de algunos un hecho de lo mas cansón). Pero de repente, y así por así, la “pluralidad” del periódico quedó desdibujada, simplemente porque al editor de la sección no le gustaba que el articulista tenga una visión cercana a la otra orilla.

Entonces, conociendo la lógica de las empresas de comunicación, sean privadas o públicas ¿Qué tanto sorprende la decisión de los ex columnistas de El Telégrafo? ¿Es en verdad, un mal precedente como dice Pachano o solo la reproducción del modelo de comunicación de masas que impera en el sistema?

El pluralismo no es a cuentagotas, es o no es. Las pocas voces progresistas de El Universo se comparan a las que no comulgaban con la nueva línea editorial de El Telégrafo, con la diferencia que en el segundo caso, decidieron una veintena, dejar el camino libre. Entonces, dejemos de crear fantasmas que han existido toda la vida, y pongámonos el traje de la certeza que así es como funciona, aquí o allá.

Todo lo explícito aquí, en el uso irrestricto de mi libertas de opinión (esto va porsiacaso) y de ideología por supuesto.
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Sigamos soñando con lo público

1 comentarios abril 05, 2010
Cuando inició el proyecto del diario público, debo admitir que mi fe subió en revoluciones. Y no era para menos. De repente, la posibilidad utópica de concebir un espacio de difusión masiva con un comportamiento basado en el interés colectivo tenía una forma física, y alentaba esperanzas. Pero hoy, no todo pinta celeste.

La ruptura de la parte medular de lo que un día fue El Telégrafo, primer diario público nacional, trae consigo graves secuelas. Daños irreparables ante los ojos del lector que si bien antes recibía con recelo y desgano la noticia de sus páginas, hoy concibe al proyecto como tan solo ”uno más” de los planes fallidos o inconclusos de esta administración política, claro esta infundado por el ataque certero de los medios privados.

Y es que justo son ellos, los mass media, los visibles triunfadores del ocaso de El Telégrafo. La oportunidad perfecta para atestiguar que no es posible un periodismo impresarial, y que la verdad retazada que presentan ellos es lo más cercano a lo que debemos saber, ya que representa la visión de un grupo selecto de particulares, que bien o mal, aseguran mas “libertad” de lo que puede ofrecer un medio aupado por el Gobierno.

¿Y saben qué? No están tan lejos de la verdad. Los directivos del diario público nunca lo concibieron como tal, sino como espacio informativo del gobierno de turno. Con la lógica empleado-empresario, El Telégrafo al principio se debatió en el limbo de recrear información acomodada al interés del Ejecutivo, pero fue rescatado por un grupo de intelectuales conscientes de la posibilidad magnífica de construir algo diferente, novedoso, único. Un espacio de apoyo a lo positivo y crítica necesaria, sin pasionalismos ni odios personales.

Sin embargo, esa visión pluralista fue demasiada para el Gobierno. Ya de pronto las bromas del presidente en sus cadenas sabatinas de llamar “diario de oposición” a El telégrafo tomaban un aire más de advertencia. Fue entonces que de repente, cuando la situación en el país ameritó un análisis objetivo por parte de los que hacían periodismo, que el Gobierno encontró la manera de acallar su voz.

Uno por uno, los gestores de la odisea periodística de entablar un contacto diferente con el lector fueron cayendo. La dicotomía de apoyo-crítica al Gobierno cerró el capítulo e inició una etapa de entreguismo total, donde una vez más primará el deseo personal, los intereses particulares partidistas y la visión empresarial de un recurso público, lejos ya de lo que un día fue preconcebido como de todos.

Para estas fechas, me queda solo la satisfacción de haber participado en lo que un día fue y ya no será. A Carol, mi gratitud y admiración. Y a todos los que creyeron como yo que era posible, que sigamos soñando. Hay trincheras que aún no se pueden invadir. Esta es la mía, y continuaré mientras tenga algo que decir y poco que callar.


Pd: La palabra impresarial me la acabo de inventar, pero creo que se entiende que significa.
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El Artículo exiliado de El Telégrafo

3 comentarios abril 01, 2010
Me permito en este espacio, con el permiso respectivo del autor, reproducir íntegramente el artículo censurado de Silvia Buendía, articulista de Diario El Telégrafo. Es de suma importancia, para quienes creemos en la utopía del manejo público y colectivo de la información no dejar pasar situaciones que lastiman la libertad de expresión, más aún cuando esta no es lasciva, ni insulta, ni injuria, ni esta llena de odio.

A continuación, el artículo como debió salir hoy:

Telón
Por SILVIA BUENDÍA

silvia.buendia@telegrafo.com.ec

El 27 de enero de 2010, treinta y cuatro columnistas del diario El Telégrafo firmamos una carta abierta que se publicó en la sección Cartas al Director de este diario. En esta carta los columnistas manifestamos nuestros reparos ante la posible creación, por parte del Gobierno, de un medio de difusión oficial que compartiría infraestructura con El Telégrafo. Sostuvimos que esta cercanía entre un medio público y un órgano de difusión y propaganda oficial restaría credibilidad e independencia al primero. Destacamos el hecho de que por sobre todo, diario El Telégrafo era un medio de comunicación público, pero no gubernamental.

Antes de que se publicara esta carta de los columnistas, ya los integrantes de la redacción del diario, sus más altos directivos y su directorio habían expresado esta misma preocupación. Por esos días Rubén Montoya, Director del Telégrafo, peregrinó por medios de comunicación públicos y privados, defendiendo razonada y razonablemente esta idea de la imposible convivencia bajo un mismo techo de un medio público y uno propagandístico gubernamental. Lo hizo con argumentos, sin estridencias, sin proferir insultos, calmadamente. En la página de Opinión & Debate los columnistas del Telégrafo apoyamos el proyecto de diario público desde la fuerza de nuestras convicciones. La apuesta se dobló y redobló.

Hoy existe un nuevo directorio en este diario el cual tomó el jueves pasado la resolución de separar a Rubén Montoya de su cargo. La resolución podrá rezar que este despido se debe a falta de acuerdos en temas administrativos, o lo que sea. Para mi es evidente que la razón de la salida de Montoya obedece principalmente a su pensar y actuar respecto al proyecto gubernamental denominado periódico popular. Desde que esta pugna se inició, el 1 de febrero de 2010 para ser exactos, se han dado acciones irregulares, inconsultas y sin explicación dentro del diario. Se ha censurado contenidos, se ha despedido intempestivamente a trabajadores. Luego de la salida de Rubén Montoya, el domingo 28 de marzo Mariuxi León editora de diversidad y zona ciudadana fue removida de su cargo e impedida de ingresar al diario. Fausto Lara editor de economía fue despedido apenas antes de ayer.

Personalmente fui desde el inicio fanática de este proyecto de medio de comunicación público. Me encantó leer en el Telégrafo una forma de hacer periodismo diferente, reportajes profundos, secciones que tenían como protagonistas gente común, ciudadanos de a pie, personajes diversos, comúnmente marginados de las páginas de los medios de comunicación privados. Ha sido para mí un honor escribir una columna compartiendo página con cerebros tan hermosos, ser parte de una sección de opinión en la que los columnistas sesudamente opinaban y escribían lo que nunca antes se dijo.

Durante un año y ocho meses nadie me dijo qué escribir o qué no escribir en mi columna. Los hechos arriba explicados me hacen pensar que las reglas del juego en este diario han cambiado. ¡Ay! Es un poco tarde para que mi teclado indomable empiece a ceder a presiones. “Uno no siempre hace lo que quiere, pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.”
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