2010: Hagamos que funcione

4 comentarios diciembre 29, 2009

Cuando condenamos los cortes eléctricos en todo el país. Es cierto que el Gobierno no fue provisorio y le ha faltado visión, como a otros periodos, para iniciar la búsqueda de otras fuentes de energía, talvez más costosas, pero menos contaminantes y menos sujetas a los cambios climatológicos, como también que los ecuatorianos poco nos esforzamos en el ahorro eléctrico, que más bien, el desperdicio continuo es rutina diaria en cada hogar sin ningún arrepentimiento o culpa.

Cuando juzgamos el trabajo de los informales en las calles. Es cierto que los vendedores ambulantes son el resultado de una economía en crisis y tienen el mismo derecho que cualquier ciudadano a sostenerse con dignidad, como también es verdad que su realización productiva no debe interferir en el desarrollo de las actividades comerciales o cotidianas del resto de ciudadanos.

Cuando sometemos a juicio la acción contra Teleamazonas. Es cierto que Jorge Ortiz y compañía responde los intereses de un solo banquero y su estructura de poder, como también es verdad que la negación a la libertad de expresión a través de la censura es un acto de intolerancia por parte del Presidente.

Cuando pedimos a viva voz más respeto. Es cierto que la independencia para emitir nuestros criterios como periodistas (me incluyo) a través de la prensa es algo indiscutible y baluarte de nuestra ilusión de democracia, como también lo es que los medios de comunicación representan voluntades económicas particulares que subyugan la voz de la ciudadanía a pensamientos subjetivos, trabajo dificultoso para nosotros más aún si seguimos mal pagados (o no, compañeros).

Cuando maldecimos a los países industrializados (G-8) que no llegaron a nada cierto en la Cumbre de Copenhague. Es cierto que como principales nacionales de producción industrial, son los mayores emisores de sustancias tóxicas para la atmósfera del planeta, como también es real que nosotros, los del llamado “subdesarrollo” hacemos poco o nada para impedir la contaminación es nuestros barrios, calles y ciudades.

Cuando le echamos toda la culpa a la Policía por la inseguridad de las calles. Es cierto que la protección y seguridad se ve afectada por la corrupción estructural que tiene la institución y el apoyo insuficiente por parte del estado contra los siempre organizados y mejor armados hampones, como también es real que la delincuencia no se descompone con el castigo. Que es un estado de la sociedad que se genera por falencias estructurales de la misma, como la codicia, miseria, pobreza o falta de oportunidades, y que poco o nada soluciona evitar los efectos, si se las causas se mantienen.

Todos estos acontecimientos, presentes a fines de este año moribundo, son muestras de una visión errada que nos está llevando a una situación crónica. Cada hecho tiene una consecuencia, pero el ser humano insiste en mantener una perspectiva subjetiva de situaciones causa-efecto. Es la eterna ilusión de lo correcto o incorrecto, lo bueno y lo malos, sitios o ubicaciones mentales que, sin darnos cuenta, ubicamos todos nosotros de forma relativa durante toda nuestra vida física.

Para este nuevo ciclo, los invito a cambiar el paradigma. Dejemos de lado construcciones subjetivas y creencias sociológicas que no se adaptan a nuestra realidad actual. Veamos la funcionalidad de las cosas, lo que sirve o no según el modelo de mundo que deseamos para cada uno y para todos. Imaginemos real la utopía de un país de paz, amor y armonía y veamos si estas visiones distintas para un mismo problema han sido válidas.

No podemos seguir coloreando todo o blanco o negro. Lo que funciona es hacer cada uno su parte de lo que le toca, creyendo firmemente que todo en función de si mismo es para los demás. Así y solo así, la ilusión de un mundo de dos bandos habrá terminado, y el nuevo año pinte diferente.
read more “2010: Hagamos que funcione”

Regalo de Navidad

0 comentarios diciembre 16, 2009

Cuando se acerca la Navidad, y las carencias económicas destierran el significado místico de la fecha, la insatisfacción colectiva por no pasar las fiestas como el consumismo manda, apunta inmediatamente sus armas al Presidente de turno, aquel que prometió pero no cumplió, y al que solo queda echarle una plegaria de Nochebuena para que enderece el camino, o se vaya. Fruto de los propios desaciertos del Gobierno y la exacerbación de los hechos por parte de la prensa, año a año el eslogan de “Feliz Navidad” carece de sentido, tan solo un lugar común repetido sin cesar por spots publicitarios y niños que no advierten la llegada de un juguete.

Navidad representa para los ecuatorianos la muestra clara que el concepto de un Estado laico y separado de la Iglesia carece de sentido. Así como el Cristianismo, mayoritario en esta tierra, promueve y promulga la llegada del Salvador que libere de nuestras culpas y nos conduzca a la vida eterna, nuestra idiosincrasia política nos ata a figuras mesiánicas, milagreros que con el chascar de dedos solucionen problemas eternos. Bajo esa estructura mental, cada presidente, incluido el actual, fue visto como el elegido y luego reclasificado así a la condición de falso profeta.

La pre concepción del Presidente-Mesías es una muestra clara que el matrimonio Iglesia-Estado es indisoluble. Son conceptos humanos creados como herramientas para conseguir una vida armoniosa, feliz y próspera para todos, pero que al dividirse y subdividirse entre sí, la premisa ulterior de sus orígenes se convirtió en escenas utópicas. Me pregunto ¿ha existido un mejor Gobierno que este? ¿Una estructura política capaza de promover felicidad? ¿Hemos experimentado un sistema de cosas infalible? ¿Nos hace ver como parte de un todo? ¿Nos convence de que hay suficientes para todos?

Sea Derecha, Centro o Izquierda o católicos, protestantes o no cristianos, la insatisfacción colectiva continúa latente, sentimiento que parte de la intolerancia a pensar diferente y degenera finalmente a resultados conocidos de primera plana: violencia, guerra, hambre, odio, soledad…

¿Habrá otra manera de hacer las cosas?

Talvez no, pero si una diferente perspectiva. Volvamos a unir los conceptos originales, Política y Religión, pero desprendamos sus títulos y adjetivizaciones. Así Religión es espiritualidad, el deber ser y Política es el Sistema, el cómo hacer. La Espiritualidad no es otra cosa que la vida misma, la conciencia individual que da paso al crecimiento colectivo. Es mirarse a uno mismo y verse parte de un todo. Si lo entendemos así, será el generador de ideas para lograr vivir de manera armoniosa, feliz y pacífica, que se logra a través de la experiencia, el sistema creado con ese fin, la Política. Esta es la comunión de los conceptos.

Yo los convoco amigos míos a dejar de lado las etiquetas, olvidar el pasado que por siglos no ha funcionado y mirar en el interior de cada uno, en la esencia de cada ser, la llama de la perfección. Vivamos nuestra espiritualidad y hagamos política con amor, de cada uno depende un cambio radical del sistema. Talvez, el regalo de Navidad siempre ha estado ahí, debajo del árbol.
read more “Regalo de Navidad”

Instintos primitivos

2 comentarios diciembre 01, 2009
Bill Gates, magnate de las computadoras, presentó hace poco su Windows 7. Una vez más, el hombre más rico del planeta le entregó al mundo una pizca más para exaltar con orgullo la capacidad de innovar y progreso de la raza humana. Como una rueda cíclica que nunca para, el ser humano ensancha su pecho ante la maravilla de la producción científica que queda obsoleta en un abrir y cerrar de párpados, pero que se convierte en una muestra palpable de cuán avanzados estamos en la evolución de especies.

No obstante, toda esta carrera tecnológica a la cual estamos adaptados, increíblemente, pasa desapercibida para las ¾ del planeta. ¿La razón? Simple. Estos beneficios solo estarán al alcance de un minúsculo grupo de privilegiados.

Aquí es cuando usted estimado lector puede cuestiona mi concepto. En el apogeo del desarrollo industrial de nuestra raza, durante la época en que más rápido la sociedad ha alcanzado resultados sorprendentes en el manejo de la materia ¿no todos tienen la oportunidad de aprovecharla? ¿Son creaciones mundiales para grupos focales? ¿Por qué se habla entonces de un planeta que avanza, cuando son contados los que lo hacen?

La culpa está en nuestra premisa de vida. Bajo la sagrada creencia de la supervivencia del más apto, y con la colaboración de la oferta, la demanda y la sobrevalorada competitividad, está maravillosa tecnología solo servirá para los más capaces, los que se esforzaron, los que la sudaron, entiéndase en nuestra época, los que miden su éxito en la diferenciación social y los números en las cuentas del banco.

Y es que para la gran mayoría de humanos los avances científicos pasan desapercibidos, naufragan ante el instinto natural de sobrevivir y la preocupación constante de saber si habrá pan mañana en la mesa. La burbuja tecnológica es más pequeña de lo que se cree ante las carencias básicas que sufren los que tratan de sonreír con dos dólares diarios, en cada ciudad, en cada país, y en todo el mundo.

Mundo que fue concebido con los suficientes nutrientes para que nadie muera de hambre, que entrega sin factura toda la materia prima para nuestra amada tecnología, que proporciona oportunidad para cada ser pero que sin embargo, ha sido esclavizado por el grupo de los aptos, fuertes y competitivos, como una propiedad privada.

Se ha implantado en nuestro cerebro, como virus en el disco duro, que el don de vivir no es suficiente para estar vivo. Se necesita un esfuerzo superior, magnánimo, el deseo del éxito y el poder, para merecer poblar la tierra. Este razonamiento puede expresarse en términos matemáticos: nuestra capacidad de crear es inversamente proporcional a nuestra capacidad de amar. Hace siglos, el hombre olvidó que todos somos uno, y que de la unidad proviene el bienestar común. El esfuerzo de individualizar todo, sigue siendo un instinto muy primitivo de la sociedad.

Si esta realidad es un poco difícil de dirigir para nosotros los tecnoadictos, tengo la buena noticia que el genio de la computación se la planteó hace algún tiempo. Bill Gates, ahora, hace un esfuerzo para que la brecha entre seres de la misma especie sea cada vez menor, pero no es un nuevo software, sino a través de una fundación para los más desfavorecidos, quienes en su vida utilizaron alguno de sus inventos.

¿Será que además de comprar su último producto, imitamos su proceder?
read more “Instintos primitivos”