Comités santificados

3 comentarios octubre 27, 2009
El editorial de El Universo hoy es inaudito. Defiende a capa y espada una posición de “contraataque” del alcalde Nebot con sus comités creados como una reacción lógica y justa ante la arremetida del Gobierno central.

Fuera de todo lógica, y de lo que debería hacer un medio de comunicación social, tratar de mermar la candela entre partes antagónicas con el fin de crear el caos social, la justificación absurda al “derecho” de los socialcristianos a armarse y protegerse contra el “bandolaje verdelimón”, da muestra de la postura subjetiva, directa y parcializada de que se dice ser “El Mayor Diario Nacional”.

Claro que existe la libertad de acción, y de organización. Que la apertura a toda clase de núcleo social con diferente posición ideológica es un derecho contemplado en la Constitución, pero de ahí a por simple antipatía prejuzgar a un grupo equis y ensalzar a otro de similares características, raya en el despropósito del espíritu periodístico, mucho más si el medio es cuestión se abandera de la pantomima de la objetividad, esa mentira de piernas largas que usan los centros de información.

Si existiere un peligro real con los cacareados comités de la revolución, su antítesis guayaquileña merece una misma consideración y vigilancia. Porque la respuesta a la violencia (si la hubiera) no es el garrote. No es válido sostener un argumento de defensa cuando no existe tal ataque y más aún, pretender santificar acciones que solo fortificarán el cisma social en el país en el peor de los casos.

Han pasado más de tres meses desde el anuncio de los famosos comités. La dejadez y el sin rumbo político que tiene PAIS hizo que la oposición acoja la idea y la ponga en marcha con la efectividad autoritaria de la derecha (recuerden, ellos no tienen militantes, tienen empleados). Hoy, en la prensa nacional, se recoge este hecho como una muestra máxima de la organización social, sin calificativos ulteriores ni supuestos delictivos. Cuando a los señores del papel y la tinta les conviene, lo malo se vuelve bueno y viceversa.

Sería interesante que El Universo haga un reportaje acerca del verdadero financiamiento de los comités de Nebot. La sola aclaración del alcalde que se realiza con dinero que no sale de las arcas del Municipio fue palabra santa para los periodistas. ¿Y el sentido del olfato? ¿la investigación profunda? Nada señores, nada.

Que sigan organizándose en Guayaquil es valedero, que PAIS accione su propuesta inicial también será beneficioso, más personas organizadas en una ciudadanía más activa. Pero no me vengan con que lo uno es correcto y lo otro no. Y mejor ya no escribo más porque luego me arman comité de “contraataque”.
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Película vieja

3 comentarios octubre 23, 2009
Leer la “prensa independiente del país” en estos días, es para salir corriendo hasta el Perú y no mirar atrás. El horror, el miedo, el apunta con el dedo al que muchos no dudan llamar “la tiranía” o la gastada “dictadura”, salpica por los poros de la tinta y el papel. Un panorama desolador, violento, frío. Un Ecuador sin esperanza.

La marcha de está semana rememora los mismas artimañas en contra de la renovación. Es incomprensible como el apego al poder y la defensa por el status quo moviliza tantas conciencias, acaso corazones, y cimbra muchos bolsillos. Basta con ver como profesores, dirigentes “ad honores” universitarios, rectores legendarios, realizan una manifestación con el fin de combatir una máxima: hacemos lo que queremos, y queremos seguir haciéndolo.

Ya lo dijo Miguel Donoso Pareja, “una revolución sin violencia es un burro de pinga corta” ¿Quién pensó, estimado lector, que tantas reformas se aceptarían de buenas a primeras? El primer Gobierno de izquierda en 29 años, que se enfrenta a los cucos del poder omnímodo: empresarios, periodistas-empresarios, sindicalistas-empresarios, no tiene fácil saltar la lógica de la “regalada gana” imperante en nuestras instituciones y organismos.

Pese a las deficiencias de la revolución ciudadana, básicamente en la segunda palabra del slogan, los aciertos de la administración actual están presentes y palpables, a pesar de la minimización pública: Desaparición paulatina de la tercerización, imposición de una cultura tributaria, baja de tarifas de electricidad y telefonía, no cobro en emergencia de hospitales públicos, reconstrucción de escuelas, desayuno escolar, plan vial a nivel nacional, etc.

Todas estas acciones, importantes para el ecuatoriano de clase media y baja, son las que sostienen la imagen de un Gobierno que no es la panacea, que no tiene ninguna varita mágica, en ocasiones incomprendido por sus acciones y juzgado, mayoritariamente, por la soltura de palabra del Presidente. Nos graduamos de moralistas y santurrones en los últimos dos años, criticando y juzgando conductos personales de un hombre como cualquiera, y no su trabajo como administrador público.

Hoy al “gran insultador” los seudo intelectuales de derecha le llaman también “llorón”. Se atropellan para atacar cada gesto de su rostro en sus columnas de opinión. Creen que todo el país está en contra de las leyes de Educación Superior, cuando la mayoría de universitarios se quejan de que no reciben clases y están preocupados de ahorrar lo suficiente para la de güisqui a fin de año que quiere el profeshor. Dicen también que todos los periodistas vetan la ley de Comunicación cuando están más preocupados de sus condiciones salariales en le medios en inversamente proporcional a las utilidades por publicidad.

¿Hay toda una treta para formar caos? Seguro que sí. En el país del Nunca Jamás, cualquier cambio a lo establecido como único es y será: inútil, insultante y calumnioso. Los poderes fácticos continúan gobernando con la bandera de la corrupción total, germen iracundo que, es cierto, en varios funcionarios del régimen se ha propagado. Pero, no obstante, y bajo toda la humareda me sigo preguntando ¿estamos peor que antes? ¿nada ha mejorado para bien? ¿Un proceso político nuevo es capaz de sustentarse solo en promesas y publicidad? Ya hablan en presentaciones de libros hasta de revocatoria del mandato. Es decir, Bucaram, Lucio y Mahuad son aprendices al lado de “gran insultador” ¿Cree usted eso señor, señora? Los ecuatorianos que apoyan la gestión de Correa tienen un vínculo superior a una simple maniobra publicitaria con el proyecto político: avizoran un nuevo camino, una oportunidad de quebrar lo establecido.

Pero, si es momento de una recomposición, que no venga de intereses minúsculos nuevamente. Camionetas no, forajidos tampoco. Es hora de una decisión sustentada en un escenario real, y no el creado por la opinión pública parcializada, de invocar a lo que tanto convocan los mass media pero que tanto temen en realidad: el juicio de una sociedad no estandarizada que sigue mirando a lo lejos como unos cuantos atan y desatan en el nombre de todos. Película vieja de la televisión nacional.
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¿Conquista o independencia?

3 comentarios octubre 09, 2009

Aplicando la lógica actual, la independencia del 9 de octubre de 1820 se celebró hasta 1992, cuando el surgimiento del socialcristianismo como eje político en la ciudad inició la “nueva era”. Siete años después se respira una libertad distinta, que huele a territorio feudal, pero que encandila un sentimiento de agradecimiento entre la gente, maquillando la contradicción de su verbo con la acción.

Luego del aquelarre roldosista, los guayaquileños cayeron en desesperación y solo la mano fuerte de LFC socavó la baja autoestima. Deduciendo que mejor es el mal peor, del descriterio administrativo municipal se paso a un autoritarismo radical, con límites profundos a la democracia limitada al voto popular. Con el fallecido político y su pupilo sucesor, la participación ciudadana en los espacios públicos y decisiones municipales tuvo un divorcio definitivo, ya que tampoco en décadas pasadas tenía mucho auge.

Así de a poco, la identidad liberal del guayaquileño quedó sumisa ante la imagen de una dirección única, una línea vertical en la cual el ciudadano común ocupa el último espacio. Las manifestaciones populares desaparecieron y dieron paso a las marchas “cívicas”, unos híbridos resultados con la dirección monopolista del Cabildo, donde la defensa de los intereses políticos del partido local abanderaban la lucha ciudadana contra el poder nacional.

Pero hoy, el asunto resulta más grave. Apoderados los símbolos locales como banderas partidistas, la celebración de este 9 de octubre presenta el escenario de una contienda política con el Gobierno, una situación ajena al espíritu de la gesta. La disputa contra el centralismo nacional por parte del centralismo local, con más de diez años de experiencia, resume las fiestas a una medición de fuerzas políticas, que ubican el agitar de una banderita celeste y blanco y cantar madera de guerrero en una acción anticorreísta y afiliación al movimiento del alcalde.

De la misma forma, las propuestas de resistencia popular fueron relegadas al título de tontas aberraciones de la izquierda por la máscara cementina. El culto a la arquitectura postmoderna del centro y sus alrededores, hizo que el guayaquileño considere un insulto cualquier intento social de exigir su participación en el desarrollo del espacio urbano. Durante década y media, agrupaciones consideradas de “tercer nivel” como obreros, informales, homosexuales o los simplemente pobres, por nombrar algunas, debieron iniciar de nuevo el camino hacia la liberación.

¿Nos hemos dado cuenta que vivimos otra etapa? ¿Qué los poderes omnímodos absorbieron el sentimiento popular para generar adeptos partidistas? ¿Qué de la libertad original del guayaquileño poco o nada queda? ¿Qué vivimos en un feudo orgullosos de nuestra patética parcela? 189 años después de la Fragua de Vulcano, los intereses primarios de los próceres huancavilcas se han limitado a la apertura comercial, como si la globalización fuera producto del siglo XIX. Las otras libertades alcanzadas, de pensamiento, de resistencia, de libre circulación, han sido mermadas y reducidas a la conveniencia municipal. Ellos no celebran la independencia, viven su propia conquista. Nosotros debemos comenzar a pensar en la próxima revolución.
pd: Esta fue la mejor foto de la bandera que encontré, o por lo menos la más original.
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Déficit de ciudadanía

2 comentarios octubre 02, 2009

El término que acuñó Alberto Acosta, tiene más resonancia ahora más que nunca. La Revolución Ciudadana está dando muestras palpables de desentendimiento con la ciudadanía organizada, que en estos momentos presiona al Gobierno desde diferentes frentes y con diversas connotaciones.

El pragmatismo con el cual el oficialismo estaba llevando a cabo sus procesos de reforma social en algún momento chocaría con la ideología única e inamovible de la izquierda más radical. Era predecible, pero hasta hace poco era una situación manejable. Sin embargo, cuando la pequeña cuerda entre el apoyo y la crítica al proceso político se rompió, el Estado asumió la posición menos favorable: no busco el diálogo sino la confrontación.

Y es que el presidente y sus asesores pensaron que el mismo repertorio contra la oposición de derecha funcionaría en la otra orilla. Error. Las organizaciones progresistas en el país tienen antecedentes de lucha, resistencia y presencia en las calles. Tanto la UNE, como la CONAIE, no se andan por las ramas, y siempre responden a las críticas con acciones, estén o no equivocados en sus criterios.

Si la Ley de Educación o la Ley Aguas son la respuesta efectiva para los años de atraso en esas materias que sufre el país es algo discutible, pero a eso el Gobierno no quiso ceder. Así como actuó a rajatabla con los Isaías, la eliminación de la tercerización, la reforma tributaria, y otros aspectos que golpearon el bolsillo de los sectores de poder económico, intento desbaratar al gremio de maestros y subestimo a los indígenas. El resultado: marchas, paralizaciones, enfrentamientos.

¿Olvidaron los grupos de la Revolución ciudadana sus orígenes combativos? Muchas de las personas que forman parte de la ola verde fueron en su tiempo agentes infaltables a la hora de salir a las calles. Por tal razón, parece ilógico que un Gobierno con un gran apoyo popular, con bases sólidas de procesos anteriores de luchas por el poder, no haya previsto la reacción de los grupos más radicales de la tendencia. La hora de corregir fue tardía, y ahora lamentamos a un ecuatoriano muerto con perdigones de ecuatorianos.

Cuando se está en el poder, muchas veces la visión de las cosas se distorsionan, creando una sola fuente de regocijo y verdad absoluta: el propio yo. Esta ceguera parcial ha dado un duro golpe a la marca registrado del gobierno, una revolución Ciudadana que combate a ciudadanos es algo contradictorio y funesto, que se hubiera evitado si dentro del proceso político se llevara de manera seria la participación de las masas, reducidas a la experiencia del voto. Que este hecho quede como lección, y no como anécdota.

Un déficit de ciudadanía es reversible, pero requiere acción inmediata. De ahora en adelante se espera que las decisiones importantes que tome el Ejecutivo antes de pasar por la Asamblea, posea el escrutinio popular. No es excusa que la democracia alarga los procesos, Los ecuatorianos hemos esperado décadas por un estado que recupera su status planificador y por dos o tres meses más que cueste el estudio de una ley nadie se va a desesperar. Es prevenir antes de seguir lamentando.
Foto tomada de www.hoy.com.ec
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